El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió este miércoles que América Latina crecerá este año un promedio del 3,5 %, unos cuatro puntos menos que en 2021; pero la mayor caída la proyecta el organismo multilateral para 2023 cuando algunos países entrarán en recesión.
En 2023, la economía latinoamericana crecerá un 1,7 según las proyecciones del multilateral con sede en Washington, que ha advertido que el efecto de la inflación global, la guerra de Rusia contra Ucrania y las políticas de control de las tasas de interés de los bancos centrales de países desarrollados como Estados Unidos para reducir la inflación impactarán en las dinámicas.
"El ímpetu de crecimiento continúa en América Latina y el Caribe y se prevé que la región crezca 3,5 % en 2022. Pero en vista del endurecimiento de las condiciones financieras mundiales, se proyecta que el crecimiento se desacelere a 1,7 % en 2023", dijo el organismo al presentar su informe Perspectivas económicas: Las Américas.
El multilateral considera que a pesar del estrés en la productividad y las finanzas públicas las naciones deben estar prepararse por los ajustes para evitar la subida inflacionaria.
"La política monetaria debe mantener su curso y se deben evitar relajarla prematuramente, en tanto que la política fiscal debe centrarse en apuntarla las finanzas públicas y a la vez proteger a la población vulnerable del impacto de la inflación”, apuntó el FMI en su informe.
El organismo financiero, parte del Grupo Banco Mundial, sostiene que el despunte del crecimiento en 2021 para la región tuvo relación con la frenazo en la economía global el año de cierres por Covid-19, y se acopló bien a la recuperación global.
Pero pasado el efecto de rebote, las perspectivas de se ajustaron, a la vez que surtió la crisis de las cadenas de suministro y la inflación que trastocaron el panorama.
Efectos de la inflación y la guerra en Ucrania
Sin embargo, el FMI dice que las presiones inflacionarias acumuladas han tocado una amplia base de la economía en la región en países Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, países donde la inflación se situó en el 10%, un máximo no registrado en dos décadas.
“La rápida respuesta de las autoridades monetarias de la región —que elevaron las tasas de interés mucho más pronto que en otras economías— ayudó a contener las presiones de los precios y a mantener ancladas las expectativas inflacionarias a largo plazo. No obstante, la inflación sigue siendo alta y se prevé que remita solo gradualmente”, apunta el FMI en su informe.
El organismo multilateral también prevé que la baja en los precios de las materias primas y el malestar social en amplias franjas del continente abonen a una desaceleración más pronunciada, lo que a nivel mundial se vaticina como una perspectiva.
“Dado que la inflación aún no cede, y que la mayoría de las economías siguen operando a su nivel potencial o cerca de ese nivel, se debe evitar un relajamiento prematuro de la política monetaria, la cual ha de mantener su curso. Tener que restaurar la estabilidad de precios más adelante si la inflación se enquista sería muy costoso”, apuntó el FMI en un comunicado.
El FMI también cree que las matrices económicas de los países latinoamericanos deben estimular el crecimiento a mediano plazo “para lo cual se ha de fomentar la productividad y la inversión pública y privada de buena calidad”.
Y las políticas deberían orientarse a apostar por el capital humano lo que requerirá de modernizar y simplificar las normativas laborales y eliminar las barreras de reclutamiento de las empresas.
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