Jean-Paul Belmondo, una estrella indiscutida de la Nouvelle Vague del cine francés después de su impactante actuación en la película "Sin Aliento" de Jean-Luc Godard, en 1959, murió a los 88 años.
"Me parece que toda Francia está triste", dijo Michel Godest, abogado y amigo del actor, a BFM TV, entre lágrimas.
Belmondo, un carismático actor, pasó al cine convencional en la década de 1960 y se convirtió en uno de los principales héroes de comedia y acción de Francia.
Su decisión de seguir una carrera en el cine comercial y de alejarse del cine-arte le generó críticas de que había desperdiciado su indiscutible talento, algo que siempre negó.
"Cuando un actor tiene éxito, la gente le da la espalda y dice que ha tomado el camino más fácil, que no quiere esforzarse ni correr riesgos", dijo Belmondo una vez.
"Pero si fuera tan fácil llenar los cines, entonces el mundo del cine estaría en mucho mejor estado de salud de lo que está. No creo que me hubiese mantenido en el foco durante tanto tiempo si hubiera estado haciendo cualquier basura antigua. La gente no es tan estúpida", agregó.
El abogado de Belmondo dijo que falleció en su casa. "Había estado cansado durante un tiempo. Murió pacíficamente", dijo Godest a AFP.
Belmondo nació el 9 de abril de 1933 en Neuilly-sur-Seine, hijo del renombrado escultor Paul Belmondo y la pintora Sarah Rainaud-Richard. A pesar de su formación culta, parecía más atraído por el mundo del deporte que por las artes y fue un gran boxeador en su juventud.
Una vez que descubrió la actuación, hizo tres intentos antes de que el Conservatorio de París acordara aceptarlo como estudiante en 1952. Incluso en ese momento no fue fácil y Belmondo renunció en 1956 después de recibir una fría recepción por una de sus actuaciones por parte de un jurado del conservatorio.
Uno de sus profesores predijo en ese momento: "El señor Belmondo nunca tendrá éxito con su cara de gamberro".
La respuesta de Belmondo fue un gesto obsceno. Y luego protagonizó más de 80 películas, muchas de ellas éxitos de taquilla, durante el siguiente medio siglo.
Belmondo primero recibió elogios por "Sois belle et tais-toi" en 1958 y en "A double tour" ("Una doble vida") de Claude Chabrol en 1959, donde su magnetismo se robó la película.
Pero su papel como un canalla de poca monta que enamoraba a la estadounidense Jean Seberg en "Sin Aliento", de Godard, lo lanzó al estrellato internacional.
El atractivo de Belmondo, una mezcla de cinismo y sensibilidad, calidez y tranquilidad, creó un nuevo tipo de romanticismo que le generó papeles en películas de directores franceses de la Nouvelle Vague como Francois Truffaut, Alain Resnais y Louis Malle.
"Si tengo un consejo para los actores jóvenes es que nunca descuiden la técnica: sin técnica, se limita la invención. Pero nunca debería mostrarse. Lo que cuenta es el resultado, no el sudor y el dolor que cuesta", señaló en una oportunidad.
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