Vivir un partido de fútbol de Brasil en el estadio es sin duda una experiencia única. Pero vivir un partido de brasil, en un barrio brasileño, en la casa de una familia brasileña es incomparable.
En Brasil se le conoce como el "Jogo Bonito" y finalmente comprendemos porqué. No se trata del juego en sí sobre el césped en un estadio cualquiera, se trata de un momento incomparable en las casas y barrios de los 200 millones de brasileños. Es sobre su cultura, lo que corre en sus venas, música, compañía y fútbol.
Para ellos ver a su selección jugar es toda una celebración. Eligen una vivienda para reunirse, preparan comida, bebidas, música… y disfrutan… sin parar.
En esta ocasión Brasil igualó contra México. En teoría deberían de haber caras largas, un poco de tristeza y hasta desilusión. Pero no es así. En el barrio Artur Alvim, en São Paulo, todo es fiesta.
Dos Santos de Nascimento nos invitó a su casa. Nos recibió como se reciben a los viejos amigos que se extrañan. Los brasileños en general son gente cálida, sonrientes, pero cuando Brasil está en la cancha, todo se magnifica.
Al final no importa si Brasil gana o no. Al final no importa si están en el estadio o en sus casas.
Los brasileños disfrutan en familia, con amigos, con vecinos, todos comparten una misma alegría, la razón que los une a todos, el amor al fútbol, esa pasión que es admirable y que los identifica como nación, sin importan su clase social o color de piel.
En Brasil se le conoce como el "Jogo Bonito" y finalmente comprendemos porqué. No se trata del juego en sí sobre el césped en un estadio cualquiera, se trata de un momento incomparable en las casas y barrios de los 200 millones de brasileños. Es sobre su cultura, lo que corre en sus venas, música, compañía y fútbol.
Para ellos ver a su selección jugar es toda una celebración. Eligen una vivienda para reunirse, preparan comida, bebidas, música… y disfrutan… sin parar.
En esta ocasión Brasil igualó contra México. En teoría deberían de haber caras largas, un poco de tristeza y hasta desilusión. Pero no es así. En el barrio Artur Alvim, en São Paulo, todo es fiesta.
Dos Santos de Nascimento nos invitó a su casa. Nos recibió como se reciben a los viejos amigos que se extrañan. Los brasileños en general son gente cálida, sonrientes, pero cuando Brasil está en la cancha, todo se magnifica.
Al final no importa si Brasil gana o no. Al final no importa si están en el estadio o en sus casas.
Los brasileños disfrutan en familia, con amigos, con vecinos, todos comparten una misma alegría, la razón que los une a todos, el amor al fútbol, esa pasión que es admirable y que los identifica como nación, sin importan su clase social o color de piel.