Los habitantes de los pueblos en torno al Volcán de Fuego de Guatemala empezaron el lunes a llorar a las pocas víctimas que pudieron ser identificadas, después de que una erupción matara a docenas de personas al arrastrarlas en riadas de lodo y ceniza ardiente.
Los dolientes lloraban por la tarde sobre varios ataúdes colocados en fila en el principal parque de San Juan Alotenango, antes de que los rescatistas iniciaran su receso nocturno.
No hay electricidad en las zonas más afectadas, Los Lotes y El Rodeo, de modo que las labores de búsqueda se suspendían al anochecer.
Las autoridades guatemaltecas dieron una cifra de 69 muertos, aunque dijeron haber identificado solo a 17 por ahora porque el intenso calor del material volcánico dejó la mayoría de los cuerpos irreconocibles.
“Nos está costando mucho identificarlos porque algunos de los fallecidos perdieron sus facciones o las huellas digitales” por los flujos ardientes que salieron del volcán, dijo Fanuel García, el director del Instituto Nacional de Ciencia Forense. “Vamos a tener que recurrir a otros métodos antropológicos y si es posible tomar muestras de ADN para identificarlos”.
La erupción del domingo tomó por sorpresa a los vecinos de las remotas aldeas de montaña, que tuvieron poco o nada de tiempo para ponerse a salvo.
Al día siguiente de que el volcán estallara en un halo de ceniza, humo y roca fundida, los trabajadores de emergencias buscaban entre los escombros con palas y maquinaria pesada, una labor peligrosa en un terreno todavía tan caliente que podía fundir las suelas de los zapatos.
Los cuerpos localizados estaban tan cubiertos con ceniza que parecían estatuas. Los rescatistas utilizaban mazas para romper los tejados de casas llenas de escombros hasta el techo para comprobar si había personas atrapadas dentro.
El volcán hizo erupción en un principio en torno al mediodía del domingo, expulsando humo y ceniza que se elevaron varias millas hacia el cielo. En torno a las dos de la tarde llegó una nueva explosión más fuerte, explicó a The Associated Press David de León, vocero de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) de Guatemala.
Muy pronto, flujos piroclásticos avanzaron por los flancos del volcán, bloqueando caminos y quemando casas.
Los flujos piroclásticos alcanzaron a algunas personas en sus casas o en las calles, donde las temperaturas alcanzaron hasta 700 grados centígrados (1.300 grados Fahrenheit).