Demostrando ser mucho menos dañino de lo que se temía, el huracán Arthur dejó a decenas de miles de personas sin electricidad el viernes en los Outer Banks de Carolina del Norte, una cadena de islas que se extiende por unos 300 kilómetros en la costa Este de EE.UU..
El cielo a lo largo de las estrechas islas, cuyas playas reciben a miles de turistas cada verano, ya estaba despejado la tarde del viernes, mientras Arthur se desplazaba hacia el norte y sus bandas exteriores afectaban las costas de Delaware y Nueva Jersey.
Los meteorólogos predijeron un segundo toque tierra la noche del sábado en Nueva Brunswick y Nueva Escocia en Canadá.
Funcionarios estatales y locales trabajaron durante el día para restaurar el acceso a Hatteras Island y ayudar a los damnificados por la tormenta, cuyos habitantes sufrieron mayormente los efectos del huracán.
Sin embargo, más al sur las playas estaban llenas de nuevo con gente tomando el sol.
“Las playas de Carolina del Norte están abiertas al público y para los turistas”, dijo el gobernador Pat McCrory la tarde del 4 de julio
Arthur golpeó Carolina del Norte la noche del jueves como un huracán categoría 2, con vientos de 160 km/h. A la tormenta le llevó cerca de cinco horas moverse a través de la parte más oriental del estado.
No se informaron sobre heridos ni muertos.
Después de alabar las autoridades de emergencia, McCrory dijo que se dirigía a la playa para celebrar el desfile del Día de la Independencia en Southport, una grata sorpresa si se considera que el gobernador esperaba estar atrapado en Raleigh todo el día siguiendo los efectos del huracán.