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Implantes anticonceptivos llegan a jóvenes de zonas rurales de Venezuela


En América Latina y el Caibe “la tasa de fecundidad en adolescentes es una de las más altas del mundo,”, según la Cepal
En América Latina y el Caibe “la tasa de fecundidad en adolescentes es una de las más altas del mundo,”, según la Cepal

En Turgua, zona rural de Venezuela, madres acompañan a sus hijas, de entre 14 y 16 años, a colocarse implantes anticonceptivos por temor a que queden embarazadas.

Una joven de 14 años estira una mano y aprieta fuerte sus ojos mientras un enfermero coloca en uno de sus brazos una especie de varilla fina y flexible. Otra, de 16, voltea la cara para no ver.

Acaban de recibir cada una un implante anticonceptivo subdérmico en una jornada de salud gratuita en Turgua, zona rural de Venezuela, que es uno de los países de América Latina con más casos de embarazo adolescente.

“Quiero prevenir un embarazo (...) Ya he pasado por varios sustos y gracias a Dios no he estado embarazada”, dice a la Voz de América con mucha seguridad la de 16, que está acompañada de su mamá.

La joven, de espeso cabello negro y ojos claros, que ya antes probó otros métodos anticonceptovos, señala que “varias niñas” de su comunidad quedaron embarazadas. “No quiero pasar por eso todavía”, insiste.

“Me preocupa que yo misma me tranque mi futuro, porque voy a tener que dejar de estudiar. Ya no será lo mismo y no me siento preparada ni mentalmente ni nada para tener un hijo todavía”, sigue.

Según datos del Observatorio de Igualdad de Género, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en general, los países latinoamericanos y caribeños poseen una tasa de maternidad en adolescentes por encima del 12 %.

En Venezuela, que no tiene información oficial disponible desde 2011, la tasa es de casi 15 %, refiere la Cepal. Muy pocas veces el gobierno publica estadísticas relacionadas.

En todo caso, en América Latina y el Caribe “la tasa de fecundidad en adolescentes es una de las más altas del mundo, superada solamente por los países del África subsahariana”, sigue el informe de la Cepal.

“Las protege de un embarazo, pero no de transmisión sexual”

“Número 23… para implantes”, grita un hombre por un megáfono en la jornada en Turgua, que se desarrolló con alianzas tanto de oenegés como con empresas privadas.

Muchas jovencitas con número en mano esperan su turno. También hay mujeres de más edad, con dos o tres hijos, que quieren evitar nuevos embarazos.

La Asociación Civil de Planificación Familiar (Plafam), una institución sin fines de lucro que funciona en Caracas desde 1986, donó los implantes, que oscilan entre 90 y 150 dólares en el mercado.

No está mal, las protege de un embarazo, pero no de transmisión sexual”
Keiby Gomez, ginecóloga y obstetricia

Keiby Gomez, médico especialista en ginecología y obstetricia, explica a la VOA que el implante subdérmico “tiene una efectividad del 99 %, ninguno tiene 100 %”.

“No está mal, las protege de un embarazo, pero no de transmisión sexual”, advierte.

En el operativo también se hicieron pruebas rápidas de VIH y se abordó temas de salud e higiene sexual.

En las farmacias una caja de tres condones, por ejemplo, cuesta unos tres dólares, que equivale a casi un mes de trabajo para quienes aún perciben el salario mínimo.

Jóvenes de zonas rurales de Venezuela recurren a implantes anticonceptivos
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Entre el temor de repetir la historia y las críticas

Krizmar Marcano, de 31, parió a la primera de sus hijos a los 15. Tiene cuatro; 16, 14, 8 y 5.

“A esa edad no se está apto para traer una responsabilidad de un niño”, insiste esta mujer que llevó entonces a la mayor de sus hijas a ponerse el implante. “Aproveché (...), para evitar un embarazo. Aquí es común, hay muchas niñas embarazadas, muchachitas de 14 años”, agrega.

Antes del procedimiento cada persona se realiza una prueba de embarazo. Marcano “estaba asustada” , pero su hija salió negativa y celebra.

“He recibido críticas”, lamenta por su parte Mirianyi Peña, que acompañó a la más pequeña de sus sus hijos a la jornada.

“Me dicen que yo la estoy arrojando a al sexo a que ande libremente. Y la verdad que no, no lo pienso así, porque para mí, más que todo, es una prevención”.

“No quiero que pase por lo que yo pasé”, sigue esta mujer que se convirtió en madre a los 16. “Es mejor prevenir que lamentar”, insiste. Su hija tiene 14.

[Adriana Núñez Rabascall trabajó en la producción de esta historia]

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