El ejército israelí demolió este martes dos casas de militantes palestinos que llevaron a cabo ataques mortales el año pasado en Jerusalén.
Las demoliciones son parte de las medidas concretas ordenadas por el primer ministro Benjamin Netanyahu de usar “mano dura” para reciprocar la ola de ataques armados y acuchillamientos que han dejado cuatro Israelís muertos desde el jueves pasado.
Las casas demolidas estaban el sector árabe en el este de Jerusalén y pertenecían a las familias de un hombre que mató a cuatro fieles y a un policía en una sinagoga de la ciudad, y la de un segundo atacante que atropelló a un rabí cuando se lanzó contra unos peatones con un tractor.
Como ambos atacantes murieron durante los ataques, la Autoridad Palestina describe las demoliciones como castigo colectivo y acusan a Israel de rehusarse a tratar las raíces de la violencia, que es, según ellos, la ocupación militar de la Orilla Occidental.
Los disturbios comenzaron hace tres semanas en el casco antiguo de Jerusalén que para los musulmanes es la Mesquita de Al-Aqsa y para los judíos el Monte del Templo.
Los palestinos acusan a Israel de intentar tomar el control del lugar, mientras Netanyahu lo niega y acusa a la Autoridad Palestina de “incitar” a la violencia.
