El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, y el emperador Akihito presidieron el servicio de conmemoración del quinto aniversario del masivo terremoto y tsunami que sacudió el país en 2011.
Las campanas tañeron en Tokio y la gente guardó un minuto de silencio a las 2:46 de la tarde, la hora exacta cuando el temblor magnitud 9,0 sacudió la costa del país.
El sismo generó una serie de olas, algunas de hasta 17 metros de alto, que devastaron la mayor parte de la costa este de la isla y mató a casi 20.000 personas.
El tsunami destruyó la planta nuclear Fukushima Dai-ichi, provocando el peor desastre nuclear desde la fusión de la planta de Chernobyl en Ucrania, en 1986.
Tres de los reactores de Fukushima resultaron afectados, provocando una fusión nuclear que emitió grandes cantidades de radiación en las áreas cercanas, contaminando el agua, alimentos y el aire.
Más de 600.000 personas fueron evacuadas de los pueblos cercanos. Un 10% de los residentes todavía vive en viviendas provisionales en la prefectura de Fukushima.
“Se hacen esfuerzos por mejorar la situación, pero mi corazón sufre de pensar que todavía hay gente que no puede regresar a su hogar”, dijo el emperador Akihito en la ceremonia del viernes.
A pesar de que Japón ha gastado miles de millones de dólares en asistencia y en los esfuerzos de descontaminación y reconstrucción, solo el 33 por ciento de la tierra agrícola en los alrededores de la planta ha sido recuperada.
Algunas organizaciones medioambientales, como Greenpeace, afirman que los niveles de radiación en las áreas boscosas de Fukushima todavía son muy altos y que la radiación continúa escapando hacia las aguas subterráneas y hacia el Océano Pacífico.