Tomó casi una semana poner todo junto. Primero los bloques de concreto que serían la base a unos 30 centímetros del suelo.
Luego, las tablas de madera formando cada uno de los cuatro cajones de tres metros de largo, por uno y medio de ancho, y medio metro de profundidad.
En el fondo del cada cajón, una separación de 2 centímetros entre las tablas facilitaba la filtración del agua y una malla resistente colocado por dentro evitaría que la tierra se saliera.
“Ahhh son macetas” dijo una vecina que pasaba, y a quien el progreso de la pequeña obra la había mantenido intrigada durante días. Las macetas se llenaron de plantas.
Los tomates ocuparon los laterales de las macetas. La gran trepadora hizo su trabajo creciendo para darle sombra al resto: lechugas, algunos morrones, arvejas y frijoles, además de perejil y otras especias.
En apenas semanas la buena tierra, plantas saludables y una irrigación racional comenzaron a ofrecer productos que terminaron en la mesa propia y en muchas casas del vecindario. Las conservas permitieron guardar algunas salsas para el invierno.
Los jardines urbanos han probado ser una excelente alternativa en cualquier parte del mundo, incluso en la capital de Estados Unidos.
Las gallinas en debate
Sin embargo, ahora los vecinos han decidido dar un paso más, y muchos comienzan a plantear la alternativa de regresar a la cría de pequeños animales domésticos.
Gallinas, patos, codornices y otras aves bien pueden representar una fuente de autoabastecimiento de proteínas con la producción de huevos, pero las autoridades que en su momento restringieron la cría, temen que el control de los olores, ruidos e incluso el posible consumo de carne sin control sanitario dispare otros riesgos.
En Washington DC en particular, las leyes locales dicen que los gallineros deben estar a por lo menos 15 metros de las residencias y en una alta cantidad de casos los jardines no son suficientemente grandes. Algunos vecinos ya han perdido sus gallinas por no saber las reglas.
Sin embargo, los amplios jardines de las casas de los suburbios y la voluntad de muchas familias de recuperar tradiciones familiares con las que muchos hemos crecido, están llevando a un nuevo debate.
Y las posiciones son variadas.
Amanda Cundiff, quien cría tres gallinas Rhode Island Red, dice "no veo ningún motivo para que no podamos producir nuestros propios alimentos", expresando sus preocupaciones sobre el tema de seguridad alimentaria.
Pero otros, como el periodistas Ted Knutson, quien vive cerca de Capitol Hill deja claro que no cree que las gallinas pertenezcan a las áreas urbanas. "Quienes deciden ir a vivir a las áreas rurales lo hacen para escapar del ruido de las ciudades. Y quienes vivimos en la ciudad no quieren las cosas de las áreas rurales", tal como los animales, sostiene.
La cultura de labrar la tierra
Hace apenas unos años, en las riberas del rio Tajo, en España, frente a la maravillosa ciudad castellana de Toledo, uno de los tres mejores viñedos urbanos para la producción de vino en todo el mundo, el que explota el chef toledano Adolfo Muñoz Martín, me abrían los ojos a una realidad común en el pasado, pero escasa en los tiempos modernos.
Desde ese momento, los jardines ya no parecen apenas un destino para flores, plantas decorativas o los macetones construidos con tanto cariño hace un lustro en, Alexandria, Virginia.
Pero el tema todavía es más una excepción que una regla. Todavía muchas familias encargan sus jardines decorativos a compañías que los instalan y los mantienen. Peor aún, muchos luego caminan cada día en medio de los mismos jardines sin siquiera notarlo.
El paso de los años y la vida moderna, han llevado a que el conocimiento de las labores de la tierra sea uno de los tantos conocimientos culturales que se han ido perdiendo y para muchos la agricultura urbana ni siquiera parece una opción.
Posiblemente las gallinas no consigan el visto bueno para ser reincorporadas en muchas áreas urbanas, pero al menos habrán invitado a repensar el modo de vida moderna.
Luego, las tablas de madera formando cada uno de los cuatro cajones de tres metros de largo, por uno y medio de ancho, y medio metro de profundidad.
En el fondo del cada cajón, una separación de 2 centímetros entre las tablas facilitaba la filtración del agua y una malla resistente colocado por dentro evitaría que la tierra se saliera.
“Ahhh son macetas” dijo una vecina que pasaba, y a quien el progreso de la pequeña obra la había mantenido intrigada durante días. Las macetas se llenaron de plantas.
Los tomates ocuparon los laterales de las macetas. La gran trepadora hizo su trabajo creciendo para darle sombra al resto: lechugas, algunos morrones, arvejas y frijoles, además de perejil y otras especias.
En apenas semanas la buena tierra, plantas saludables y una irrigación racional comenzaron a ofrecer productos que terminaron en la mesa propia y en muchas casas del vecindario. Las conservas permitieron guardar algunas salsas para el invierno.
Los jardines urbanos han probado ser una excelente alternativa en cualquier parte del mundo, incluso en la capital de Estados Unidos.
Las gallinas en debate
Sin embargo, ahora los vecinos han decidido dar un paso más, y muchos comienzan a plantear la alternativa de regresar a la cría de pequeños animales domésticos.
Gallinas, patos, codornices y otras aves bien pueden representar una fuente de autoabastecimiento de proteínas con la producción de huevos, pero las autoridades que en su momento restringieron la cría, temen que el control de los olores, ruidos e incluso el posible consumo de carne sin control sanitario dispare otros riesgos.
En Washington DC en particular, las leyes locales dicen que los gallineros deben estar a por lo menos 15 metros de las residencias y en una alta cantidad de casos los jardines no son suficientemente grandes. Algunos vecinos ya han perdido sus gallinas por no saber las reglas.
Sin embargo, los amplios jardines de las casas de los suburbios y la voluntad de muchas familias de recuperar tradiciones familiares con las que muchos hemos crecido, están llevando a un nuevo debate.
Y las posiciones son variadas.
Amanda Cundiff, quien cría tres gallinas Rhode Island Red, dice "no veo ningún motivo para que no podamos producir nuestros propios alimentos", expresando sus preocupaciones sobre el tema de seguridad alimentaria.
Pero otros, como el periodistas Ted Knutson, quien vive cerca de Capitol Hill deja claro que no cree que las gallinas pertenezcan a las áreas urbanas. "Quienes deciden ir a vivir a las áreas rurales lo hacen para escapar del ruido de las ciudades. Y quienes vivimos en la ciudad no quieren las cosas de las áreas rurales", tal como los animales, sostiene.
La cultura de labrar la tierra
Hace apenas unos años, en las riberas del rio Tajo, en España, frente a la maravillosa ciudad castellana de Toledo, uno de los tres mejores viñedos urbanos para la producción de vino en todo el mundo, el que explota el chef toledano Adolfo Muñoz Martín, me abrían los ojos a una realidad común en el pasado, pero escasa en los tiempos modernos.
Desde ese momento, los jardines ya no parecen apenas un destino para flores, plantas decorativas o los macetones construidos con tanto cariño hace un lustro en, Alexandria, Virginia.
Pero el tema todavía es más una excepción que una regla. Todavía muchas familias encargan sus jardines decorativos a compañías que los instalan y los mantienen. Peor aún, muchos luego caminan cada día en medio de los mismos jardines sin siquiera notarlo.
El paso de los años y la vida moderna, han llevado a que el conocimiento de las labores de la tierra sea uno de los tantos conocimientos culturales que se han ido perdiendo y para muchos la agricultura urbana ni siquiera parece una opción.
Posiblemente las gallinas no consigan el visto bueno para ser reincorporadas en muchas áreas urbanas, pero al menos habrán invitado a repensar el modo de vida moderna.