El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador nombró el viernes a Francisco Garduño, hasta ahora titular del sistema penitenciario del país, como director del Instituto Nacional de Migración (INM) tras la renuncia de Tonatiuh Guillén.
“Le agradezco mucho a Tonatiuh, nos ayudó en este inicio de gobierno. Ahora estoy proponiendo para que lo sustituya a Francisco Garduño”, dijo López Obrador a la prensa. “Esto tiene que ver con la estrategia que se está aplicando para mejorar el servicio de migración en el país y le tengo toda la confianza”.
La renuncia de Guillén, un sociólogo y exacadémico, ocurrió el mismo viernes en plena crisis migratoria con Estados Unidos y a una semana de que ambos países alcanzaran un acuerdo para evitar la imposición de aranceles por parte de Washington a todas las importaciones mexicanas.
Después de ese pacto, cuyos términos no han sido explicados de forma clara, según se denunció el viernes en el Senado, México comenzó a poner en marcha un plan para intentar reducir el flujo de migrantes indocumentados que cruzan el país rumbo al norte, un programa coordinado desde el primer momento por el canciller, Marcelo Ebrard.
Garduño era uno de los cinco funcionarios encargados de implementar el plan junto con un general, un funcionario de Relaciones Exteriores, otro de Bienestar y un tercero de la Secretaría de Trabajo.
Aunque Ebrard dijo que Guillen ayudó a preparar el plan migratorio, el exacadémico se había mantenido fuera del ojo público durante la crisis con Estados Unidos, cuyo manejo ha sido criticado en ciertos sectores de la sociedad civil y desde parte de las propias filas de Morena, el partido del gobierno.
Poco antes de que se hiciera público el tuit en el que el INM anunciaba la renuncia de Guillén, Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados y legislador oficialista, acusó al canciller de acaparar funciones que no le correspondían dado que las cuestiones de migración están bajo la competencia de la Secretaría de Gobernación.
En abril, en una conferencia de prensa conjunta con Ebrard y la titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, entre otros altos cargos, Guillén mostró cierta distancia con el canciller y la segunda del gabinete mexicano, que se mostraban a favor de contener de forma más contundente a los migrantes indocumentados.
A principios de semana, México empezó a implementar un programa para intentar reducir el flujo de migrantes en un plazo de 45 días, una tarea nada sencilla, según ha reconocido el propio ejecutivo, pero que el gobierno dice poder conseguir.
Uno de los compromisos de ese plan es ampliar la iniciativa para que los solicitantes de asilo en Estados Unidos esperen en territorio mexicano la conclusión de su proceso. El otro es el despliegue en la frontera sur de hasta 6.000 efectivos de la Guardia Nacional, que según Ebrard estará completado el próximo martes.
El objetivo es que esos elementos de la policía federal, el ejército y la marina --que conforman de momento el cuerpo recién creado por el gobierno-- es contener a los migrantes indocumentados porque México aspira a poder registrar a todas las personas que crucen la frontera y a retornar a quien no quiera hacerlo.
“No estábamos preparados para esto”, dijo Ebrard el viernes en el Senado al reconocer que la frontera sur no tiene la infraestructura necesaria para hacer frente al actual flujo migratorio.
De hecho, horas antes de esta comparecencia, el presidente mexicano reconoció que hay 68 cruces fronterizos en el sur que no tienen vigilancia pero garantizó que muy pronto la habrá.
El mandatario hizo el comentario en respuesta a una pregunta de la prensa sobre un paso entre México y Guatemala donde reporteros habían presenciado el cruce sin control de personas.
“Tenemos identificados 68 cruces así y en todos va a haber vigilancia”, se comprometió López Obrador.
Ebrard explicó que además de la Guardia se mandarán 825 nuevos agentes migratorios y 200 funcionarios de la Secretaría de Bienestar.
El gobierno mexicano aseguró que el programa migratorio comenzó a implementarse a principios de semana pero el viernes, ni la región de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, ni en las orillas del fronterizo río Suchiate, era visible todavía un incremento notable de fuerzas de seguridad que llevan semanas presentes en los controles de las carreteras y en las instalaciones migratorias.
Ebrard también hizo el viernes un llamado a la comunidad internacional y a las agencias de Naciones Unidas. “No nos dejen solos”, pidió tras enfatizar que se puede avanzar en el desarrollo de Centroamérica en el corto plazo si hay un compromiso claro. “¿Dónde está la comunidad internacional? Que nos ayuden en Centroamérica”.