La oposición de Venezuela escoge este jueves al reemplazo de Juan Guaidó en la presidencia del Parlamento de 2015, considerado por Estados Unidos y un grupo de naciones como el único poder legítimo en el país.
“Entramos a 2023 en una guerra de bandos hecha pública”, explicó a la Voz de América el analista político Luis Peche, en referencia a la dirigencia opositora.
En esa pugna interna está por un lado Guaidó y sus seguidores, que coinciden en que la disolución del “gobierno interino” es un error “histórico”, y por el otro la mayoría de ese Parlamento, que insiste en que la figura ya no cumplía con su objetivo y deben sentarse los cimientos para una nueva estrategia.
El pasado 30 de diciembre, la Asamblea Nacional de 2015, que defiende la continuidad de su mandato por considerar amañadas las elecciones legislativas de 2020 en las que arrasó el chavismo, votó por poner fin al puesto que ocupó Guaidó desde hace cuatro años.
La decisión se aprobó, durante una maratónica sesión virtual, con 72 votos a favor y 29 en contra. Ocho parlamentarios se abstuvieron.
En esa sesión, se acordó crear una comisión que asumirá "funciones ejecutivas" principalmente para el control de activos venezolanos bloqueados en el extranjero por sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro.
“Vamos a ver una nueva junta directiva que va a asumir el control de las fuerzas democráticas o por lo menos de la parte institucional o reconocida por la comunidad internacional”, añade Peche, que no duda en reconocer que es un “muy mal momento” para los adversarios del gobierno de Maduro.
Este proceso “deja debilitada a la oposición y hace que la ciudadanía no voltee hacia allá para ver qué está pasando, porque dicen 'bueno, si estos tipos están peleando, no están interesados en salir del chavismo’, es una situación bastante precaria”, agrega.
¿Qué gobierno interino?
Unos en desacuerdo, otros a favor, y varios sin enterarse: la eliminación del interinato también es un enfrentamiento de posturas en las calles de Caracas, donde además reina la desinformación.
“¿Qué gobierno interino?”, cuestionó Linker López, de 48 años, que trabaja como taxista en la capital. “Nunca tuvo éxito. Aunque lo reconocen en otro país aquí no”.
López, que se define opositor, explica que únicamente está “pendiente del día a día”... de “sobrevivir”. “No trabajamos, no comemos. Si yo me pongo a estar pendiente de la política no comemos”.
“Yo solo quiero que llegue alguien que de verdad acomode este país”, añadió después.
Adriana Barrere, de 56 años, que caminaba por una concurrida avenida, dijo que “aquí no hay gobierno… Tanto la oposición como el gobierno son un desastre, lo mejor que nos caería es que se fuera el interino y el no interino”.
Por su parte, Gustavo Serrano, un comerciante de 75 años, dijo que la eliminación del interinato “es un error”. “Él (Guaidó) está haciendo su trabajo”. “La oposición en vez de ayudar lo que hace es trancar todo”.
Serrano lamenta que “no se vislumbra una realidad para el país". "Todos desunidos no van para ningún lado”.
Amanda Figueroa, 61 años, trabajadora del hogar, desea que “emerja” un nuevo liderazgo en la oposición.
“Si la oposición no está unida no tiene la maquinaria para competir con el gobierno”, agrega Figueroa. “El gobierno será lo que sea, pero ellos si van en una sola dirección”.
Con la oposición dividida, las elecciones presidenciales previstas para 2024 no parecen un problema para Maduro.
Este año, la oposición planea celebrar primarias para elegir a un aspirante único para enfrentar al oficialismo. Guaidó suena entre los posibles candidatos.
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