Todos los países de América Latina excepto Nicaragua y Cuba, condenaron la violencia aplicada contra los civiles en Libia.
Sin embargo, Perú fue el primero en anunciar la suspensión de relaciones con el gobierno de Muamar Gadhafi. "Perú suspende toda relación diplomática con Libia, en tanto no cese violencia contra el pueblo", señaló el mandatario peruano, Alan García.
Sin embargo, Nicaragua y Cuba se desmarccaron de la posición mayoritaria de la región. Nicaragua dio respaldo a Gadhafi, y el presidente de Nicaragua Daniel Ortega expresó su solidaridad al líder libio, quien según él, "está librando una gran batalla y en estas circunstancias está buscando dialogar, pero defendiendo la integridad de la nación, que no se vaya a desintegrar, que no vaya haber anarquía".
El pasado 15 de febrero el gobierno de Nicaragua anunció que Libia había condonado casi $200 millones de dólares de la deuda que mantiene con Trípoli.
Cuba por su parte, denunció como inminente una supuesta invasión de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
"Para mí es absolutamente evidente que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días", dijo el ex presidente cubano, Fidel Castro en un artículo publicado en la prensa oficial.
Venezuela se mantiene en contacto con jerarcas del régimen. Incluso se estipuló que Gadhafi podría haberse trasladado a Venezuela, un rumor desmentido más tarde por ambos gobiernos.
El canciller venezolano Nicolás Maduro mantiene un privilegiado contacto con su par libio, Mussa Kussa, símbolo de los estrechos vínculos que construyeron el presidente Hugo Chávez y el líder libio en los últimos años, con reuniones en Venezuela en septiembre de 2009 y en Trípoli en octubre de 2010.
También el gobierno de Bolivia instó a Libia a resolver la crisis por vías pacíficas y al margen de cualquier "injerencia" externa.
