Cuando los soldados birmanos llegaron a las oficinas de Kamayut Media el 9 de marzo pasado, el único pensamiento del periodista Nathan Maung fue sobrevivir.
"Echaron abajo la puerta de nuestra oficina”, dijo Maung a la Voz de América. “Después nos apuntaron con sus armas. Yo dije: ‘Por favor no disparen’. Solo queríamos vivir”.
El allanamiento tuvo lugar un mes después de la toma del poder en Myanmar por los militares en un golpe el 1 de febrero.
Maung y sus colegas del sitio de noticias privado con sede en Rangún tuvieron solo unos minutos para asegurar sus oficinas antes que él y el cofundador de la compañía, Nathar Nyein, fueran llevados a prisión con los ojos vendados.
Maung pasó así 98 días.
"Sin agua por dos días. Sin comida por tres días. No ponerse de pie. No caminar”, relató Maung sobre su interrogatorio de una semana, durante el cual fue golpeado y confinado a una silla.
Los soldados lo acusaban de ser un enemigo del estado y le hicieron preguntas sobre las operaciones de Kamayut Media.
Culpa
Maung, quien es de ascendencia birmana, dijo que resistió decirles a los interrogadores que él es estadounidense, temiendo que lo separaran de sus colegas.
"Dejaron de torturarme en cuando se enteraron que yo era un ciudadano estadounidense”, pero decenas de periodistas que no son ciudadanos de Occidente siguen tras las rejas, enfrentando peores condiciones con menos apoyo, dijo Maung a la VOA.
Maung describió terribles relatos que le hizo Nyein antes de ser separados. Casi tres meses después, no sabe qué ha sido de Nyein.
“Me siento tan culpable … lo dejé allí en prisión junto a los otros periodistas”, agregó Maung, quien fue finalmente liberado y deportado a EE. UU. el 15 de junio.
Desde que la junta tomó el poder el Myanmar, 97 periodistas ha sido arrestados y 59 de ellos permanecen detenidos, según la Asociación de Asistencia para Prisioneros Políticos. El grupo dice que más de 800 manifestantes han sido asesinados.
El consejo militar de la junta de Myanmar no respondió a las solicitudes de comentarios de la VOA.
“Los periodistas tienen el deber profesional de reportar la verdad, pero al mismo tiempo están luchando contra la tiranía. Sin democracia no hay libertad de prensa. No hay noticias”, dijo Maung a la VOA.
Arrestos globales
Los arrestos de periodistas en tiempos de agitación son una preocupación global, porque los regímenes buscan silenciar los reportes y enviar un mensaje a otros reporteros.
En algunos casos, los arrestos desatan condena internacional, como son los casos del bloguero bielorruso Raman Pratasevich, cuyo vuelo fue desviado a Minsk en mayo para detenerlo, o Danny Fenster, un editor estadounidense arrestado en Rangún, también en mayo.
Los esfuerzos para liberarlos incluyen esfuerzos complicados y coordinados de gobiernos, familias y organizaciones internacionales.
La familia y la legislatura de Michigan pidieron al presidente Joe Biden y al Departamento de Estado que actúen con prontitud para lograr la liberación de Fenster.
Fenster, editor gerente del Frontier Myanmar, fue detenido cuando trataba de abandonar el país. Apareció en corte brevemente el 17 de junio, donde enfrentó cargos de fomentar la disidencia contra los militares. Finalmente le permitieron hablar con funcionarios de la Embajada de EE. UU. en Rangún el 23 de junio.
Los arrestos de Pratasevich en Bielorrusia y de la junta militar de Myanmar han llevado a múltiples rondas de sanciones de EE. UU., la Unión Europea y Gran Bretaña.
Sin embargo, según Emilie Lehmann-Jacobsen, asesora para Asia del grupo de apoyo a la prensa International Media Support, con sede en Copenhague, esas acciones no son suficientes para lograr la liberación de los periodistas.
"A los militares no les importa realmente lo que dice la comunidad internacional, porque hay otras grandes fuerzas internacionales que los respaldan”, como el caso de Rusia, que apoya a Bielorrusia, y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, que generalmente no condena las acciones de la junta de Myanmar, señaló Lehmann-Jacobsen.
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