El impacto del COVID-19 en Nicaragua obligó a muchas personas a tomar sus propias medidas de seguridad y quedar en casa, lo que como en el resto de la región y el mundo significó nuevas rutinas diarias y de consumo, mientras algunas de ellas llegaron para quedarse.
En el caso de Nicaragua, estos cambios de vida se produjeron pese a que no fue precisamente el gobierno el que orientó, como en otros países, el cierre de lugares públicos para frenar la pandemia, como lo hicieron notar en su momento médicos independientes que se mostraron preocupados por lo que catalogaron entonces como una vulnerabilidad para el país y la salud pública.
Las reglas impuestas por la pandemia, como el distanciamiento social, condujo a que mientras muchos perdían sus empleos en el mundo, otros encontraron una oportunidad económica en el reparto de alimentos, medicamentos y otros productos entregados a domicilio, un oficio popularmente conocido como “deliverys”.
Una fuente de ingresos
Santiago Fajardo fue uno de los nicaragüenses que aprovechó la pandemia para fortalecer una pequeña empresa llamada U-Veloz, la cual fundó meses antes de que el COVID-19 llegara a Nicaragua en 2020. La empresa sigue en pie hasta ahora y ha crecido.
“Para mí la pandemia fue una fuente de ingresos, oportunidades, visiones porque gracias a Dios, en el tiempo de la pandemia los pedidos se elevaron un 500 %”, comenta Fajardo a la Voz de América.
“En ese tiempo llegué a tener hasta nueve repartidores y fue beneficioso porque le di empleo a varios chavalos que sustentan a su familia, y yo también pude hacerlo”, agregó.
El primer caso de COVID-19 en Nicaragua fue reportado por el gobierno de Ortega el 18 de marzo de 2020 y se trató de una persona que había regresado de Panamá.
En ese entonces, cuenta el empresario Fajardo, en la ciudad de Masaya, al sur de Managua, no existía un auge de las empresas de servicios, pero luego de la pandemia eso cambió, por lo que ahora busca cómo ofrecer algo nuevo.
Lesther Moreno es otro emprendedor que durante la pandemia perdió su trabajo en un centro de llamadas, por lo que comenzó a impartir clases en línea a grupos de jóvenes. "Eso fue una alternativa para tener ingresos y a la vez seguir enseñando", explicó a la VOA.
Los ingresos en el centro de llamadas representaban unos 600 dólares mensuales en Nicaragua, pero ahora como maestro de inglés en línea obtiene 500 dólares. Lesther dice que la meta es alcanzar y superar los ingresos que tenía en su empelo anterior.
"Ahora ya no visiono regresar a un call center, más bien renté un espacio para dividir las clases mitad presencial y la otra mantenerla virtual con los estudiantes", agrega.
Pandemia dejó miles de desempleados
De acuerdo con un estudio publicado en 2020 por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), una entidad privada que valora las perspectivas en el país, unas 43.000 personas perdieron su empleos.
A nivel sectorial, el impacto del COVID-19 inicialmente afectó en 3 sectores económicos: comercio, hoteles y restaurantes y servicios
Datos del estatal Instituto Nicaragüense de Información de Desarrollo (INIDE) reflejaron que durante la pandemia la tasa de participación laboral en el país disminuyó de 71 % en el primer trimestre de 2020, a 66.5 % en el segundo trimestre del mismo año.
No obstante, aunque desaparecieron empleos formales, también surgieron al menos unos 7.600 nuevos emprendimientos, según dijo la vocera del gobierno nicaragüense y vicepresidenta, Rosario Murillo.
Pero quienes decidieron emprender, no ven marcha atrás. Fajardo asegura que varias personas en la ciudad donde reside "vieron que el negocio del delivery daba resultados y que era rentable, por lo que hoy en día hay como 20 empresas de envíos locales".
“Al haber 20 empresas, la demanda bajó porque hay más oferta y mi meta es recuperar la clientela de antes, durante la pandemia”, asegura.
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