El tercer jueves de noviembre es un día de fiesta en la región de Beaujolais, en el que productores y vendedores del vino de esta zona destapan sus nuevas botellas de Beaujolais Nouveau con gran fanfarria.
Pero los viñedos no están de ánimo para celebrar este año dados los problemas que enfrenta la industria vitivinícola francesa, abrumada por cuestiones geopolíticas y la turbulencia de los mercados.
Nuevos aranceles de Estados Unidos amenazan sus ganancias. Brexit asoma en el horizonte. La agitación en Hong Kong sacude un lucrativo mercado. Y China está comprando cada vez más vinos de Argentina y Chile.
“El comercio mundial es muy complicado en la actualidad, especialmente en un período de fuerte competencia”, expresó a la Associated Press Dominique Piron, presidente de la asociación de productores de vino de Beaujolais.
Beaujolais, una región 55 kilómetros (34 millas) al norte de Lyon, lleva décadas vendiendo sus vinos en todo el mundo. Exporta a más de 110 países, según Vinescence, una firma enfocada en la producción de vinos que trabaja con 310 viñedos de la zona.
Beaujolais Nouveau ha tenido un éxito fenomenal. La mitad de su producción es exportada, sobre todo a Estados Unidos, Japón y el Reino Unido.
Algunos conocedores, no obstante, no toman muy en serio a este vino nuevo, barato, cuando se lo compara con otros de Burgundy, al norte, y de la misma Beaujolais.
Productores y defensores del Beaujolais Nouveau dicen que el vino apuntala la economía de la zona y es un importante producto de exportación, incluso cultural. En los primeros ocho meses del 2019, fue la región de Francia que más botellas exportó, según Piron.
“Es el vino que va a más cocinas en todo el mundo, fácil de combinar, incluso con especies”, manifestó.
El vino se produce con las primeras uvas de la cosecha otoñal, un mes antes de la cosecha normal, que empieza a mediados de diciembre.
Con su sabor liviano, a fruta, no demasiado alcohólico, se presta para su consumo temprano, según los productores. Al salir a la venta temprano, puede ser consumido en las fiestas de fin de año e incluso para el día de Acción de Gracias de Estados Unidos.
El productor Franck Duboeuf lanzará la producción de este año en Houston, donde cortejará a los compradores de un país cuyo gobierno fijó aranceles a la importación de sus vinos. El gobierno de Donald Trump impuso un impuesto del 25% a la mayoría de los vinos franceses el mes pasado en el marco de una disputa con la Unión Europea sobre subsidios ilegales al fabricante de aviones Airbus.
Para cuando se implantaron los aranceles, ya se habían hecho las órdenes y las reservas de transportes para el Beaujolais Nouveau de este año. Los productores dijeron que llegaron a acuerdos por los que absorberán buena parte de los costos ellos mismos y el resto lo distribuirán en la cadena de suministros para poder retener el mercado estadounidense.
A los aranceles se suma la incertidumbre en torno al mercado del Reino Unido, donde el 12 de diciembre habrá elecciones que determinarán el futuro de Brexit. El momento y la forma en que Gran Bretaña se sale de la Unión Europea podrían afectar la industria vitivinícola.
Gustos cambiantes contribuyen a complicar más todavía el panorama. Los japoneses compraban Beaujolais de a montones hace una década, pero parecen estar cambiando de gusto, de acuerdo con Piron.
Hace 12 años, se vendían 12 millones de botellas de Beaujolais Nouveau por año --una por cada 12 habitantes de Japón--, según Piron. Ahora Japón importa la mitad de esa cifra.
“Fue algo monumental. No podía durar. Es sabido que los gustos y las modas cambian en cualquier momento”, dijo Piron.
A medida que se achican algunos mercados internacionales, los productores de Beaujolais Nouveau buscan otros, como Brasil y Portugal, indicó Duboeuf.
Viñedos como el de Claire Chasselay, por su parte, se enfocan en el mercado interno.
Mientras que los grandes productores se expanden comprando operaciones pequeñas de la zona, la familia Chasselay, que tiene viñedos al norte de Châtillon desde el siglo 15, se mueve en otra dirección.
Hace dos décadas decidió dejar de rociar sus viñedos, apostando a los productos orgánicos que prefieren los jóvenes y aumentando las presiones para que otros productores hagan lo mismo.
Si bien exportaron 6.000 de las 22.500 botellas de Beaujolais Nouveau que vendieron este año, los Chasselay prefieren ver sus vinos en las mesas y estanterías de la zona.“Es importante disfrutar de comidas en restaurantes que venden tus vinos y que la gente conoce”, dijo Claire Chasselay. “Eso es lo que cuenta: El placer, por sobre todo, de la camaradería que genera tu trabajo”.
Cargó una de las últimas órdenes de esta temporada en su camioneta y manejó 17 kilómetros (11 millas) para entregarlo a uno de sus clientes, la vinería y restaurante de Gaetan Vial en Charbonnières-les-Bains.
Degustando el vino, Vial le dio el visto bueno. “De primera”.