En los últimos años se han multiplicado en América Latina las iniciativas de verificación de datos o fact-checking, la mayoría de ellas en respuesta, precisamente, a esta problemática.
Para Luis Botello, vicepresidente adjunto de Impacto Global y Estrategia del Centro Internacional para Periodistas, “estamos en una era que algunos llaman la era de la desinformación, en donde el ecosistema mediático que presentamos hoy día no permite que los ciudadanos puedan definir entre lo que es verdadero y falso, estamos en una sociedad en la que no se pueden tomar decisiones porque no se sabe que las decisiones que se están tomando están siendo basadas en datos y hechos concretos”.
Para Botello, la combinación entre “el rol fiscalizador” de los medios y las “tendencias autocráticas en muchos gobiernos en América Latina han perjudicado la labor periodística” y mantiene a la opinión pública polarizada y confundida.
En este sentido, los medios de comunicación y la sociedad civil han creado mecanismos de verificación de información o fact-checking para a disentir y entender lo que ocurre en realidad.
“Estas iniciativas han surgido un poco en respuesta a esa vorágine de información, al uso desmedido de las redes sociales para promover el odio, la desinformación, para minimizar las voces disidentes para ocultar la verdad que los mismos medios revelan en sus investigaciones”, explicó Botello en entrevista con la Voz de América.
Laura Zommer, experta en fact-checking, directora de Chequeado y cofundadora de Factchequeado, dijo a la VOA que hoy día que existen más de 300 organizaciones chequeo en 102 países del mundo.
“La libertad de prensa y el derecho a la información es un derecho humano. Todos tenemos derecho a tener buena información para tomar mejores decisiones, sea la decisión que sea con toda la libertad”, señala la experta.
Pionero en América Latina
Según Zommer, Chequeado es un proyecto en línea creado en octubre de 2010, pionero en Argentina y la región.
“La innovación principal que tuvo Chequeado, desde el inicio, es que no solo chequeamos a líderes públicos, sino también a medios, a líderes sociales, a empresarios, a cualquiera que tenga una voz que resuene más que la del ciudadano medio”, dijo la experta.
Según ella, lo que buscan es contrastar lo que se dice con los hechos y los mejores datos disponibles que, en muchos casos, son de gobiernos o, cuando esos datos no son fiables, se buscan fuentes alternativas como la academia, las cámaras empresarias, organizaciones de la sociedad civil, entre otras.
“Se chequea aquello que es relevante usando los criterios de relevancia que tiene que ver con quién lo dice, la temática que trata y su grado de circulación, lo que en las redes llaman viralidad”, dice Zommer.
El trabajo consiste en poner en contexto los datos y después “llegar al momento de la conclusión: uno confirma, relativiza o descarta como falsa afirmación y la califica. Nosotros ponemos unas etiquetas que dicen falso, verdadero, engañoso”.
Por otro lado, en 2014, cuenta Laura, se creó Latam Chequea, una red para compartir aciertos y errores en el tema, la cual hoy ya cuenta 35 organizaciones de 15 países de la región.
“La pandemia mostró ser super efectiva porque trabajamos de manera colaborativa, siendo mucho más eficientes y más rápidos en poder desmentir lo que entonces llamamos infodemia o la OMS llamó infodemia, que era la desinformación vinculada a la pandemia. Trabajar colaborativamente nos permite gastar menos recursos y poder enfocar los recursos en lo que tiene más sentido”, afirma la experta.
Laura, además, es cofundadora de Factchequeado, un proyecto que nació en alianza con chequeadores de EEUU y que busca contrarrestar la desinformación en español que afecta a los latinos o los hispanos que viven en EEUU.
“El cálculo es que en 2030 van a ser 60 millones el 20 por ciento de la población. Se sabe por los datos que existen que usan muchísimo más WhatsApp para informarse y para comunicarse que lo que usan los norteamericanos no hispanos y la oferta de verificación y fact-checking es muy escasa en los EEUU”, explica Laura.
¿Se puede acceder fácilmente a los datos?
Según Luis Botello, “la libertad de prensa en toda América Latina ha venido en declive, en los últimos 10 años, pero mucho más aceleradamente en los últimos seis años”.
“La desinformación es considerada hoy día una de las amenazas más grandes al periodismo… y promueve una serie de odio, desestima la credibilidad del periodismo, desestima la capacidad de traer voces de distintas partes para poder hacer un mejor trabajo de informar al público”.
Para Laura, hay países en la región donde no es fácil acceder a datos y, en esos casos, usan una calificación de la información a la que llaman insostenible, y que se refiera a que no hay evidencia para sostener si la información es verdadera o falsa.
“Hay problemas seguro de acceso a la información en países como Venezuela, Nicaragua, Cuba, pero también hay en otros países donde existen leyes y no necesariamente la implementación de la ley esta tan avanzada… El Salvador también es un problema”, dice Zommer.
Sin embargo, reconoce en que recientemente hay más conciencia de la existencia de la desinformación y cómo se vienen generando contenidos falsos, e insiste en que las redes sociales tienen “muchísimos problemas sobre todo de transparencia sobre cómo regulan o como modelan el contenido”.
“Las redes sociales son empresas que no necesariamente trabajan para fortalecer la democracia sino trabajan para ganar plata y necesitan que los usuarios estén el mayor tiempo posible en esas redes para poder vendernos cosas y que estemos más tiempo en las redes supone dejarnos cómodos y cuando nos dejan cómodos en general nos dejan con los que piensan igual que nosotros y eso es complicado”, explica Zommer.
El consumo de información
Las nuevas tecnologías también han generado nuevas maneras en las que la audiencia consume información. Esto se convierte, según Botello, en “una amenaza a la libertad de prensa o una ventaja para promover mayores voces”.
La primera opción, debido a que “está comprobado especialmente en gobiernos autocráticos que utilizan fincas de información de fabricación de información falsa y ellos utilizando los llamados bots… que tienen la capacidad de penetrar dentro de esos grupos de mensajería directa o instantánea y de promover esas noticias falsas”.
Botello explica que muchas organizaciones, especialmente de verificación de datos y algunos medios de comunicación, han creado sus redes a través de Telegram, de Whatsapp, de Signal, de mensajería directa, que “han cumplido un rol sumamente importante, especialmente en sociedades cerradas, como Venezuela, como Nicaragua, incluso Cuba”, y enfatiza en que los medios y el periodismo no son los únicos que deben defender esa libertad de expresión, sino que es una tarea que le corresponde a toda la sociedad.
[Con la colaboración de Karen Sánchez de VOA]
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