Por más de tres décadas millones de migrantes de Centroamérica han buscado oportunidades y refugio en Estados Unidos. René Mena es uno de esos migrantes, que salió de su país, El Salvador, huyendo de la pobreza y que encontró su propia versión del sueño americano en territorio estadounidense.
Mena, quien migró por tierra cuando tenía 16 años, es hoy un reconocido actor. Su trabajo se puede apreciar en varias películas de la pantalla grande como “Prescience”, “I’m Not Him”, entre otras y a partir del 8 de octubre en la cinta titulada “Madres”, producida por Blum House Television y que se exhibirá en 60 países.
Casi 20 años después de su llegada a EE. UU. el actor puede decir que ha cumplido muchas de las metas que se ha propuesto, pero pese a que su vida ha cambiado mucho, reconoce que en aquel momento la principal razón para embarcarse en un éxodo “fue la necesidad” y vio en este país una oportunidad de salir adelante, pese al peligro del viaje.
Las razones que el actor salvadoreño narró a la Voz de América son similares a las de 3,8 millones de centroamericanos que viven en EE. UU. o específicamente los provenientes del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), así lo confirma un estudio del Instituto de Políticas Migratorias (MPI).
De acuerdo con el instituto, el desplazamiento y la inestabilidad económica causados por las guerras civiles regionales, llevaron a muchos centroamericanos a migrar en la década de 1980. Las guerras terminaron, pero “la inestabilidad económica se mantuvo, al igual que la migración”.
Una historia que se repite
En su informe el MPI revela que aproximadamente un tercio de esta población ahora son ciudadanos estadounidenses naturalizados, y la mayoría de los que recibieron el estatus de residente permanente legal lo hicieron a través de los canales de reunificación familiar.
Mena es parte de ese grupo, según contó a la VOA el se reunió con su padre que ya contaba con un estatus de asilo y una hermana mayor que vivían en el estado de Virginia. Posteriormente a su llegada y a su corta edad trabajó en la construcción para poder pagar al ‘Coyote’ que lo trajo.
“Llegué a trabajar, como todo indocumentado, a trabajar en construcción… Luego de haber pagado el dinero que cobró el ‘Coyote’ […] pude ir a la escuela, terminé la escuela y luego pude ir a la universidad”, narró Mena.
El estatus de asilo que poseía su padre le permitió legalizarse a él también, pero pese a la legalización la adaptación fue complicada, por el idioma.
“Llegué sin hablar una palabra de inglés, y sin saber nada de la cultura norteamericana”, recordó.
De acuerdo con el MPI, la razón aducida por Mena, la barrera idiomática, influye para que los inmigrantes centroamericanos generalmente presenten resultados educativos más bajos que la población inmigrante en general o los nacidos en EE. UU.
Sin embargo, pese a que actualmente “dos tercios informan tener un dominio limitado del inglés”, tienen una mayor participación en la fuerza laboral que la población en general nacida en el extranjero o los nacidos en Estados Unidos.
Centroamericanos calificados
René Mena, antes de inclinarse por la pantalla grande, se graduó de negocios y trabajó por mucho tiempo como agente de bienes raíces.
El haber cursado estudios superiores lo coloca dentro de un grupo privilegiado, “un 11% de los inmigrantes de América Central que poseen un título”, según el estudio del MPI, que también señala que los campos en los que destacan son en “administración, negocios, ciencias y artes”, así como otras ocupaciones de servicios.
Para perseguir su sueño, Mena tuvo que realizar una nueva migración, pero interna, mudarse de la costa este del país a la costa oeste y después de ello esperar 10 años para ver frutos de su profesión y que su calidad de hispanohablante le abriera puertas para nuevos proyectos.
Según estimaciones para el 2020 de la División de Población de las Naciones Unidas, Estados Unidos fue el principal destino para los migrantes centroamericanos, excepto para los nicaragüenses, quienes en su mayoría salen de su país hacía Costa Rica.
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