Rascacielos. La eterna fantasía de una ciudad que crece hacia el cielo, la torre de Babel moderna. Ese era el foco de la fotografía de Frank Ritter: interiores, líneas y puntos de fuga.
Hasta que vivió el 11-S. ¿Cómo un fotógrafo de edificios puede retratar una catástrofe como la de los atentados de las torres gemelas en Nueva York?
Nos lo encontramos en uno de esos rascacielos que colman Manhattan. Quiere subir arriba para tomar fotografías. El 11-S se encontraba cerca de la zona cero. Tuvo tiempo justo de tomar algunas imágenes de la gente, todavía despreocupada, evacuando la zona.
No le interesaban los escombros, ni las ruinas de las torres, ni el polvo y las cenizas que todo lo cubrieron como un manto. Ritter quería retratar otra esencia del 11-S: la fusión de emociones.
Su galería está repleta de mujeres con carteles que buscaban a su esposo con todo lujo de detalles sobre su talla, peso y color de ojos, portadas de periódicos retratando la desgraciada jornada y una serie de detalles simbólicos sobre lo que para él representa su personal significado de aquella experiencia.
Comenzó a tomar fotografías sobre el 11-S en 2001, ¿cuándo pretende terminar? “Es una buena pregunta –responde mientras gana tiempo para pensar–. No sé si alguna vez voy a parar. Creo que cualquiera que viva en esta área quiere fotografiarla porque creo que estará en constante cambio, a través del tiempo y ahora es un símbolo del progreso y recuperación, y de cooperación como una nación unida”.
Hasta que vivió el 11-S. ¿Cómo un fotógrafo de edificios puede retratar una catástrofe como la de los atentados de las torres gemelas en Nueva York?
Nos lo encontramos en uno de esos rascacielos que colman Manhattan. Quiere subir arriba para tomar fotografías. El 11-S se encontraba cerca de la zona cero. Tuvo tiempo justo de tomar algunas imágenes de la gente, todavía despreocupada, evacuando la zona.
No le interesaban los escombros, ni las ruinas de las torres, ni el polvo y las cenizas que todo lo cubrieron como un manto. Ritter quería retratar otra esencia del 11-S: la fusión de emociones.
Su galería está repleta de mujeres con carteles que buscaban a su esposo con todo lujo de detalles sobre su talla, peso y color de ojos, portadas de periódicos retratando la desgraciada jornada y una serie de detalles simbólicos sobre lo que para él representa su personal significado de aquella experiencia.
Comenzó a tomar fotografías sobre el 11-S en 2001, ¿cuándo pretende terminar? “Es una buena pregunta –responde mientras gana tiempo para pensar–. No sé si alguna vez voy a parar. Creo que cualquiera que viva en esta área quiere fotografiarla porque creo que estará en constante cambio, a través del tiempo y ahora es un símbolo del progreso y recuperación, y de cooperación como una nación unida”.