La detención del sacerdote nicaragüense Oscar Benavídez, quien servía en una de las Iglesias Católicas más remotas del país en Mulukukú (Caribe Norte), se dio a conocer en cuestión de minutos. Se trataba del tercer arresto de un líder religioso local en cuestión de pocas semanas.
Incluso antes de que la Iglesia Católica se pronunciara, los medios de comunicación digitales que reportan sobre Nicaragua ya informaban con precisión sobre la acción ordenada por el presidente Daniel Ortega contra los religiosos, a quienes señala de “golpistas”.
La hora de la detención, las anomalías del caso y la zozobra que se vivió en el pequeño pueblo donde el religioso oficiaba misas fueron divulgadas ampliamente en medios como el diario La Prensa, un periódico que anteriormente se distribuía en casi todo el país pero que ahora quedó únicamente en formato digital. La Diócesis de Siuna, a la que pertenece la parroquia del sacerdote arrestado, confirmó la información horas después.
Lo mismo ha ocurrido con otras noticias del día a día de Nicaragua. Los escasos canales locales que quedan en pie vetan toda la información política por temor a represalias, de modo que el recurso que queda a la población para informarse son los medios digitales, entre ellos 100%Noticias, un canal de TV cuyo edificio está bajo la ocupación del gobierno de Ortega.
Natalie Southwick, Coordinadora del Programa de Latinoamérica y el Caribe del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), dijo a la Voz de América que aunque en Nicaragua existe uno de los ambientes más desafiantes para los medios de comunicación en la región, “los periodistas y los medios encuentran maneras, cada vez más formas creativas de continuar informando a sus ciudadanos y a una audiencia global”.
Southwick señala que desde eliminar las firmas de los artículos para resguardar a reporteros individuales “hasta hacer la transición y adaptar su periodismo a las diferentes plataformas de redes sociales” los medios buscan maneras para continuar informando.
La experta reconoce que aunque “las alternativas para retroalimentarse cada vez son mínimas, los periodistas buscan la forma de evadir la censura”.
El reporteo dentro de Nicaragua ha decrecido pero las noticias continúan fluyendo en los medios digitales. Lo mismo ocurre con las investigaciones periodísticas.
Periodistas consultados explicaron a la VOA que las fuentes hablan bajo condición de anonimato a los medios de comunicación.
El periodista Carlos Fernando Chamorro, director del semanario de investigación Confidencial, opina que hay “una criminalización del ejercicio del periodismo y de la libertad de expresión”. No obstante, agrega que la administración de Ortega “está fracasando” y en parte es por las denuncias de los ciudadanos.
Señala, por ejemplo, que aunque el edificio de Confidencial “está confiscado ilegalmente”, su redacción sigue haciendo periodismo.
“Nosotros no podemos callarnos. La mejor forma de honrar a nuestros colegas que son criminalizados, y a los ciudadanos que también criminalizan por opinar, es seguir haciendo periodismo”, dijo Chamorro.
De igual forma destaca que a la población le queda “cuidarse, protegerse, no exponerse”, pero tampoco debe callarse, y enfatiza que todas las investigaciones que Confidencial publica “sobre la corrupción en el régimen”, parten de “filtraciones a través de servidores públicos del mismo gobierno de Ortega”.
“Hay malestar en el gobierno y la población yo creo que contribuye a que se conozca más la información”, detalla Chamorro.
El reto es llegar a más personas por medio del internet
Karen Díaz hace dos años que trabaja para la sección de política del diario La Prensa. Al igual que toda la redacción del periódico, salió del país recientemente luego de una cobertura sobre la expulsión a un grupo de religiosas que desencadenó allanamientos y detenciones a trabajadores de La Prensa.
Díaz, quien también es corresponsal del medio colombiano Testigo Directo, mantiene sus fuentes dentro de Nicaragua. Todas hablan en condición de anonimato para proteger su seguridad.
Para su trabajo con La Prensa realiza llamadas y monitorea el contexto político por medio de dichas fuentes, mientras que con Testigo Directo sale a reportear los fines de semana, tras concretar entrevistas con exiliados nicaragüenses o buscar historias de superación.
En Costa Rica asegura que se siente segura, e incluso puede identificarse como periodista, algo que en Managua era impensable.
“El reporteo allá era sumamente peligroso. Los policías no te podían ver con un teléfono o saber que andabas en un lugar porque llegaban a asediarte”, comenta Karen Díaz a la VOA, mientras se moviliza en tren al sitio donde hará su próxima entrevista.
Esta periodista explica que habla libremente con las fuentes en las calles de Costa Rica y contrasta las diferencias respecto al trabajo en Managua, incluyendo la cobertura de la expulsión del grupo de monjas en Granada.
“En La Prensa los vehículos no estaban ni rotulados, sin embargo, la policía ya tenía fichado dónde nos movilizábamos. Creo que se arreció la represión a raíz de la crisis de 2018. Ningún medio andaba rotulado, excepto Canal 10”, comenta Díaz.
Los periodistas de medios digitales también sortean la censura que impuso el gobierno para impedir que los funcionarios declaren
Héctor Rosales, jefe de prensa de Nicaragua Actual, señala que Ortega impuso una censura desde el 2007, cuando llegó al poder. Desde entonces los periodistas comenzaron a buscar alternativas para obtener información, ya sea con fuentes del Estado o de la oposición.
Nicaragua Actual divulgó recientemente una investigación sobre una granja de troles que el gobierno de Ortega operaba por medio de instituciones del Estado. Meses después Twitter anunció la cancelación de las “granjas” expuestas por este medio digital.
“El periodismo siempre se reinventará, no importa los obstáculos que las dictaduras pongan, siempre habrá forma de seguir adelante”, concluye Rosales.
Si bien los medios digitales son una opción para los nicaragüenses, el reto, según los directores de prensa, es penetrar a la audiencia y expandirla en lugares donde aún no hay acceso a internet.
Según el sitio web We Are Social, especializado en análisis de datos, la tasa de penetración de Internet en Nicaragua se situó en el 44,2 por ciento de la población total a principios de 2022.
Este sitio especializado refleja que los usuarios de internet en Nicaragua aumentaron un 8,7 por ciento, entre 2021 y 2022.
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