Los cuestionamientos a su legitimidad electoral harán sombra a Nicolás Maduro durante su tercer mandato de gobierno, al momento de buscar financiamientos extranjeros y tratar de pactar alianzas con socios pujantes para mejorar su economía, según expertos.
Maduro, de 62 años, se juramentó el viernes como gobernante por seis años más tras haber ganado oficialmente las elecciones de julio pasado. Sus opositores presentaron copias de las actas de votación para denunciar que la ganaron con más de 36 puntos de ventaja, un reclamo que han apoyado múltiples gobiernos, como Estados Unidos.
Varios gobiernos de América y Europa, entre ellos Italia, acusaron a Maduro de cometer fraude en la elección y reconocieron al opositor Edmundo González como presidente electo, a pesar de estar en el exilio. Esa controversia derivará en un nuevo período de dificultades financieras para el país suramericano, según especialistas.
Analistas independientes han resaltado que la economía en Venezuela apenas comenzó a recuperarse moderadamente desde el fin de la pandemia por COVID-19, pero después de ocho años de números rojos en los que el producto interno bruto cayó más de 70 puntos.
Según sus estimaciones, volver al nivel de producción y ganancias de hace 10 años tomaría entre 12 y 15 años. Esa predicción incluye al sector petrolero, afectado por escándalos de corrupción, fuga de mano de obra calificada y sanciones económicas de EEUU.
El gobierno venezolano reportó que su producto interno bruto de 2024 creció 9 % y con la inflación más baja en dos décadas, pero especialistas insisten en que aún falta un largo trecho para lograr una prosperidad económica multisectorial.
Entre apremios y desconocimientos
Si bien parecen superados los ciclos de hiperinflación y escasez de productos básicos, como ocurrió antes de la pandemia, Venezuela sigue enfrentando “el quiebre de empresas”, el crecimiento del empleo informal y la pérdida del poder adquisitivo del ciudadano, diagnostica el economista, asesor financiero y profesor universitario Aldo Contreras.
Los ciclos de apremios económicos y las erradas políticas financieras del gobierno han reducido el tamaño de la economía venezolano de 460.000 millones de dólares al año a 60.000 millones de dólares, de acuerdo con las investigaciones de Contreras.
Si a ello se le suma la ratificación del aislamiento internacional de Maduro según los estándares democráticos, los apremios de Venezuela continuarán en el mediano y largo plazo, según el economista y director de la firma Ecoanalítica Alejandro Grisanti.
A su juicio, Venezuela seguirá experimentando “algunos baches de crecimiento y otros de caída” en su economía mientras Maduro esté en el poder en esas condiciones.
“Un país donde un gobernante usurpa la legitimidad de la presidencia, como Maduro, no es un país que pueda desarrollarse. Un país aislado ante sus principales socios, tanto en la región como con Estados Unidos, es muy difícil que pueda salir y tener una economía próspera, coherente, con fuerzas de crecimiento”, comenta a la VOA.
La “cuestionada legitimidad” del gobierno venezolano ante los ojos del mundo occidental y de gobiernos democráticos seguirá siendo “un gran desafío” al momento de tratar de tener acceso a millonarios recursos en el extranjero para los planes macroeconómicos del país, de acuerdo con el economista, investigador y profesor universitario Luis Crespo.
Maduro vive una situación similar a la de su segundo gobierno, cuando, entre 2019 y 2021, denunció que el Fondo Monetario Internacional se negaba a entregarle un giro de 5.000 millones de dólares para sus compromisos por la pandemia.
En esos años, decenas de gobiernos lo desconocieron como presidente legítimo y reconocieron como tal al líder opositor del parlamento, Juan Guaidó, hoy depuesto de esa figura y exiliado en EEUU. El oficialismo también denunció la retención de miles de millones de dólares en activos y reservas de oro en el extranjero.
Hoy, Venezuela sigue urgida de “un plan económico creíble” que cuente con apoyo financiero mundial y con el respaldo de la mayor cantidad de actores y sectores dentro y fuera del país para atacar problemas estructurales, como la inflación, la inestabilidad cambiaria y el poder adquisitivo de la población, destaca Crespo, por su lado.
“Se requiere un gran apoyo económico y fondos que puedan acompañar esas políticas”, apunta. No tener esa posibilidad de acudir a organismos multilaterales o nuevos socios internacionales disminuye la probabilidad de éxito de ese rescate económico, opina.
El país requiere de un plan económico creíble, que involucre a la mayor cantidad de sectores y que ataque problemas estructurales de la economía, como la inflación y la inestabilidad del tipo de cambio que requiere en sí gran apoyo económico, fondos que puedan acompañar esas políticas y no tener ese escenario nos coloca ahora en revisar como escenario posible la sostenibilidad de lo que hay en Venezuela en la actualidad.
El modelo económico actual en Venezuela “ofrece un crecimiento muy limitado en algunos sectores” y potencia las importaciones antes que la producción nacional, advierte Crespo, destacando cuán importante para Caracas serán las relaciones con Estados Unidos y las decisiones del presidente entrante Donald Trump sobre sanciones y licencias.
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Las posturas de Trump sobre el sector petrolero venezolano, sancionado por él en 2019 y aún con empresas operando en el país suramericano sólo gracias a licencias especiales de la Casa Blanca, también “juegan un papel fundamental” para tener acceso a nuevas y mayores divisas, considera Crespo.
Un día antes de la investidura de Maduro, la semana pasada, Trump calificó al líder opositor Edmundo González como “presidente electo” en Venezuela. Durante su campaña electoral, el próximo mandatario de EEUU llamó varias veces “dictador” a Maduro.
Los economistas consultados por la VOA también coinciden en que los recursos y alianzas con socios comerciales como Rusia, China y Turquía serán insuficientes para el crecimiento económico que requiere Venezuela en los próximos años.
“A Rusia no le vendemos nada hoy. Luego, está China, con quien tenemos una deuda muy alta, nos prestaron muchísimo dinero y quieren pagarse petróleo con la deuda. China tampoco va a ser una fuente estable de ingreso para Venezuela en los próximos años”, asegura Grisanti, por su parte.
El director de Ecoanalítica resalta que el futuro económico de su país es “incierto”, especialmente si se basa en alianzas con países de gobiernos autoritarios y sin bonanzas, como Cuba y Nicaragua, los únicos con mandatarios presentes en la investidura de Maduro para el período de gobierno desde 2025 hasta 2031.
“Son las dos principales economías recipientes de subsidios venezolanos, a las que no vamos a poder vender absolutamente nada. Terminaron viniendo (a la jura) porque son muchos los subsidios y es mucho lo que chupan de la economía venezolana”, asevera.
En ese contexto de restricciones y dudas sobre la legitimidad electoral del gobernante, Venezuela no tiene a mano “fuerzas de crecimiento” en 2025 y en adelante, valora.
“Va a seguir una economía que va a crecer con profundas desigualdades, muy cercana a la economía de supervivencia”, donde resultan privilegiados los sectores de agricultura y comercio, especialmente por la venta de alimentos y artículos de cuidado personal, dice.
Crespo, por su parte, también ve “muy comprometido” el futuro económico inmediato de Venezuela, incluso quedando a expensas de las decisiones de la próxima presidencia de Trump en Estados Unidos sobre sanciones y licencias energéticas.
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