Después de meses de restricciones de coronavirus, la Unión Europea comenzó el primero de julio a reabrir sus fronteras a los visitantes de 14 países que considera seguros. La lista no incluye a Estados Unidos, donde el virus está resurgiendo en algunos estados.
La prohibición de viajar también refleja diferencias transatlánticas cada vez mayores.
Las calles y lugares de interés de París se ven inusualmente tranquilos. Algunos turistas locales están de visita, pero, con las prohibiciones de viaje del coronavirus en gran medida, no hay extranjeros, incluyendo los estadounidenses, considerados como uno de los pilares de esta ciudad.
No están a la vista en el famoso bar, que el novelista estadounidense del siglo XX Ernest Hemmingway solía frecuentar; ni en una popular librería en inglés, fundada por un expatriado estadounidense hace un siglo.
El coronavirus canceló todo, como dijo a la VOA, Rosemary Flannery, una escritora y guía turística.
“Fue un gran shock. Saber en marzo que todo fue cancelado. Todas las personas que iban a venir para las vacaciones de Pascua. Todos los que iban a venir en verano. Incluso los que iban a venir en septiembre. Todo cancelado.
El turismo representa la industria más grande de París y emplea a casi el diez por ciento de la fuerza laboral del área. Los estadounidenses se cuentan entre los principales visitantes tanto en París, como en toda Europa, que recibe a unos 15 millones de viajeros extranjeros cada año.
“Los turistas estadounidenses son geniales. Sinceramente, creo que son los mejores. Aman París. Están locos por Francia. Están muy encantados con todo: por el savoire vivre, por la comida, por el río, por la belleza de la arquitectura...", dice Rosemary Flannery.
Pero por ahora, los estadounidenses están fuera de una nueva lista de viajes de la Unión Europea que incluye países como Canadá, Túnez y China, si Beijing permite el ingreso de viajeros de la UE.
El bloque revisará la lista regularmente, agregando pero también eliminando países, a medida que cambian las situaciones de salud.
En junio, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, dijo que Estados Unidos estaba trabajando con la UE sobre cómo abrir fronteras de manera segura.
"Creo que todos nos estamos tomando en serio la necesidad de descubrir cómo abrir esto. Necesitamos que nuestra economía global vuelva a funcionar. Trabajaremos para hacer esto bien. Queremos asegurarnos de que esté basado en la ciencia, en la salud", dijo Pompeo en ese momento.
Establecer restricciones de viaje no ha sido un asunto simple, a veces casi hostil. Cuando Europa se convirtió en el epicentro de la pandemia en marzo, Washington prohibió a los visitantes europeos. La UE pronto correspondió con una medida similar. Ahora, los casos están disminuyendo en muchos países europeos y aumentando en algunas partes de Estados Unidos.
Sebastien Maillard, director del Instituto Jacques Delors, un centro de pensamiento independiente con sede en París, dijo a la VOA que: “En cierto modo, puede verse como una explicación de que Europa no estaba muy impresionada por las medidas tomadas por los Estados Unidos. Pero también hay cierta reciprocidad: si Estados Unidos mantiene su prohibición sobre los europeos, nosotros también mantendremos la nuestra ”.
El coronavirus también ha visto a Europa y Estados Unidos ir por caminos separados en otras áreas, priorizando a sus propios ciudadanos para posibles vacunas o medicamentos prometedores.
Analistas dicen que Europa también se siente atrapada entre Estados Unidos y China a medida que las tensiones entre ambos países han crecido durante la pandemia. Y a principios de este año, algunos políticos europeos acusaron a los estadounidenses de desviar las máscaras que habían ordenado para sus propios ciudadanos, afirmaciones que los funcionarios estadounidenses rechazaron.
Sebastien Maillard, director del Instituto Jacques Delors explica así el sentimiento de los europeos: "No nos sentimos tratados como aliados. Así que ahora creo que los europeos son más conscientes de que necesitan seguir su propio camino".
Cualquiera sea la dirección que tomen las relaciones transatlánticas, muchos en París, esperan y cuentan con que los estadounidenses vuelvan, tarde o temprano.