El Papa Francisco instaló el sábado a 13 nuevos cardenales, incluyendo al primer afroestadounidense en alcanzar ese rango, aumentando el impacto del Pontífice en el grupo que un día tendrá que elegir a su sucesor.
Los cardenales fueron instalados en una ceremonia conocida como un consistorio, que fue notablemente reducido en participación por la pandemia del COVID-19.
En lugar de los usuales miles, solo 10 invitados por cardenal fueron permitidos en la Basílica de San Pedro, al darle el Papa sus anillos y el tradicional birrete rojo.
Nuevo de los 13 son menores de 80 años y elegibles bajo la ley de la Iglesia para entrar al cónclave a elegir al próximo papa de entre ellos, una vez que Francisco muera o renuncie.
Este fue el séptimo consistorio de Francisco desde su elección en el 2013. El ahora ha nombrado a un 57 por ciento de los 128 cardenales electores, la mayoría de los cuales comparten su visión de una Iglesia más inclusiva y abierta.
Hasta ahora, ha nombrado a 18 cardenales de países tradicionalmente ignorados en la selección de cardenales y que nunca habían tenido uno, casi todos de países en vías de desarrollo. En el consistorio del sábado, Brunei y Ruanda finalmente recibieron su primer cardenal.
Mientras Europa sigue teniendo la mayor participación de cardenales electores, con 41 por ciento, se ha reducido del 52 por ciento en 2013 cuando Francisco se convirtió en el primer papa latinoamericano.
Con cada consistorio, Francisco ha aumentado las posibilidades de que su sucesor sea de otro lugar no europeo, habiendo reforzado la Iglesia en lugares donde es una pequeña minoría o donde está creciendo más rápido que en el estancado Oeste.
Los nueve nuevos electores son de Italia, Malta, Ruanda, Estados Unidos, Filipinas, Chile, Brunei y México.
En su homilía, Francisco dijo a los nuevos cardenales que mantengan su vista en Dios, eviten toda forma de corrupción, y que no caigan en el “espíritu mundano” que puede acompañar el prestigio y el poder de sus nuevos rangos.
Todos en la Basílica, exceptuando al Papa, usaron mascarilla. Cada uno de los cardenales se quitó la suya cuando se arrodillaron frente al Papa para su investidura.
Wilton Gregory, el arzobispo de Washington D.C. de 72 años, se convirtió en el primer cardenal afroestadounidense en un momento en que Estados Unidos está examinando sus relaciones raciales después de una serie de muertes de ciudadanos de la raza negra a manos de policías blancos.
Gregory generó titulares en junio cuando criticó la visita del presidente Donald Trump a una iglesia en Washington, luego que la policía y soldados usaran gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar a manifestantes para que Trump pudiera tomarse una foto frente a la histórica iglesia portando una Biblia.
Gregory dijo que le pareció “desconcertante y reprensible" que cualquier lugar católico se permitiera “ser tan atrozmente mal usado y manipulado”.
Católicos conservadores repudiaron a Gregory y se alinearon con Trump.
En una entrevista con Reuters el martes, Gregory dijo que él quería encontrar terreno en común con el presidente electo Joe Biden a pesar de los desacuerdos en ciertos temas, como el aborto.
Gregory fue uno de un puñado de nuevos cardenales que fueron puestos en cuarentena durante 10 días en sus habitaciones en la casa de invitados del Vaticano, donde también vive el Papa. Los cardenales de Brunei y Filipinas no pudieron viajar y recibirán su anillo y birrete de un delegado papal.
Cuatro no electores de más de 80 años recibieron el honor tras un largo servicio a la Iglesia. El más prominente es el arzobispo Silvano Tomasi, un italoamericano que ha trabajado alrededor del mundo como uno de los expertos en al Iglesia en temas de inmigración.