Medios de la capital estadounidense reportan intensos debates en la Casa Blanca sobre si el presidente Barack Obama debería anunciar antes de las elecciones de noviembre el plan para diferir las deportaciones de millones de inmigrantes.
Su decisión, para bien o para mal, podría significar el gane o la derrota en las elecciones legislativas y sobre todo, ganar o perder el Senado de Estados Unidos.
El mandatario había prometido hacer el anuncio a fines del verano, el cual termina oficialmente este lunes. Pero Obama dejó entrever la semana pasada que puede ser que no haga nada en estos días. El viernes, su portavoz, Josh Earnest, también se resistió a especificar una fecha concreta.
“Eso es poner las carretas antes que los bueyes”, dijo. “El presidente ni siquiera ha recibido las recomendaciones finales del fiscal general y del secretario de Seguridad Nacional… así que los que especulan sobre cómo se puedan implementar estas recomendaciones están adelantándose un poco”.
Si los cambios en la política migratoria que anuncie el presidente son todo lo profundo que los activistas promigrantes esperan – por ejemplo que se difiera la deportación de millones de inmigrantes indocumentados—muy probablemente se desatarán críticas y ataques al gobierno de Obama por parte de los republicanos y los conservadores blancos que podrían incidir de manera directa en las elecciones legislativas de noviembre.
Los principales afectados serían los candidatos demócratas de cuatro de los estados considerados como clave –Arkansas, Alaska, Luisiana y Carolina del Norte—a quienes les está yendo mejor de lo pensado y que lo que menos quieren es alguna turbulencia que pueda dar al traste con sus aspiraciones.
Pero si Obama espera hasta noviembre y de todas maneras pierde el Senado, los activistas proreforma podrían argumentar que si el presidente hubiera actuado la base demócrata se habría motivado para salir a votar.
El presidente Barack Obama estará este lunes de Día del Trabajo en Milwaukee, Wisconsin para hablar ante una audiencia de sindicalistas que quieren celebrar junto a él las posiciones del presidente sobre temas como el aumento del salario mínimo que ha estado promoviendo fuertemente desde hace varios meses.
La visita es parte de la estrategia electoral en la que se pretende que el presidente visite en los meses de aquí a las elecciones los estados donde todavía sigue siendo popular como Wisconsin, Michigan, Pennsylvania, Illinois y California.
Esa misma estrategia recomienda que el presidente sea más cauto para visitar –o que simplemente no lo haga—lugares como los estados clave arriba mencionados.
Mientras tanto, el presidente se mantiene comprometido con el éxito del partido. Ya ha participado en por lo menos 40 eventos de recaudación de fondos y se esperan bastantes más para lo que queda de aquí a las elecciones.
Los republicanos también experimentan una baja popularidad en las encuestas y no son bien vistos por los votantes hispanos. Pero éstos últimos no pesan tanto en las elecciones locales donde los resultados se deciden en gran parte por los votantes blancos. Así se espera que los republicanos conserven el control en la Cámara, mientras en el Senado necesitan ganar seis puestos para alcanzar la mayoría por primera vez durante la presidencia de Obama.