En la vieja Habana, un nuevo comienzo. Eso es lo que la Casa Blanca dice que representa la visita del presidente Barack Obama a Cuba que inicia este domingo.
El viaje del mandatario está siendo visto como una oportunidad histórica para descongelar las relaciones con La Habana.
A pesar del escepticismo de algunos legisladores, Obama busca -por todos los medios- restaurar las relaciones económicas y diplomáticas con la isla comunista.
La Asesora de Seguridad Nacional, Susan Rice, dice que el presidente llegará a Cuba con nuevas regulaciones vigentes que van a hacer más fácil que los estadounidenses vayan de visita a ese país.
“Creemos que el compromiso, incluyendo el mayor comercio, viajes y relaciones entre estadounidenses y cubanos es la mejor manera de ayudar a crear oportunidades y alentar el progreso para el pueblo cubano –dijo Rice— y por eso como parte de su visita, el presidente se reunirá con líderes de la sociedad civil, incluyendo activistas de derechos humanos que dan voz a las aspiraciones del pueblo cubano”.
Por su parte, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, descartó tajantemente negociar con Estados Unidos "cambios" en su política comunista.
"En nuestra relación con Estados Unidos no está de ninguna manera en la mesa de negociaciones la realización de cambios internos en Cuba, que son y serán de la exclusiva soberanía de nuestro pueblo", dijo el canciller en una declaración transmitida en vivo por televisión.
Si bien legisladores demócratas y republicanos acompañan a Obama en su viaje, otros lo critican y lo ven como inconsecuente para la situación que viven los cubanos.
“El líder del mundo libre ha escogido dejar un legado de fotos, de disfrutar un juego de béisbol con un asesino y criminal”, dijo la legisladora cubanoestadounidense, Ileana Ros-Lehtinen.
La visita de tres días a Cuba serla la primera de un presidente estadounidense en funciones en casi 90 años.