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A Osama bin Laden le preocupaba la primavera árabe


El líder de la red terrorista al-Qaeda Osama bin Laden a manos de comandos estadounidenses el 2 de mayo de 2011.
El líder de la red terrorista al-Qaeda Osama bin Laden a manos de comandos estadounidenses el 2 de mayo de 2011.

Según reveló el director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, James Clapper, el líder terrorista estaba preocupado por los movimientos de liberación en la región.

A pocos días de cumplirse un año de que las fuerzas estadounidenses dieran con el líder terrorista de al-Qaeda, Osama bin Laden, se empiezan a saber algunas infidencias sobre los últimos días, las preocupaciones e incluso los planes de uno de los terroristas más buscados del mundo.

En una poco común entrevista, el director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, James Clapper, dijo a la Voz de América que en el momento de su muerte Osama bin Laden estaba preocupado de que su movimiento, al-Qaeda, había sido dejado de lado por las fuerzas que se llegaron a conocer como la primavera árabe.

“Las protestas árabes no fueron fomentadas o inspiradas. No era una clase de guerra santa global. Tenían otras aspiraciones, otros motivos. Y entonces pienso que había alguna preocupación hasta el punto que estaba al tanto de todo esto, reitero, dado su aislamiento, de que le hubiera costado a él y a su movimiento la marginalización”, declaró Clapper.

Durante su último año de vida, Bin Laden habría enviado correos electrónicos exponiendo sus preocupaciones, no solo por los movimientos emergentes en los países de oriente, sino por la pérdida de influencia ideológica que estaba sufriendo al-Qaeda.

Tras una década de falsas pistas y callejones sin salida, oficiales de inteligencia finalmente encontraron a bin Laden en un complejo en la ciudad de Abbotabad, en Pakistán, no muy lejos de la academia militar de élite del país. Comandos Navy Seals cruzaron en forma encubierta de Afganistán a Pakistán, atacaron el complejo y mataron a tiros a bin Laden, al amanecer del 2 de mayo, de 2011. Su cadáver fue arrojado al mar.

Su muerte marcó el fin de lo que a menudo fue una frustrante cacería humana por parte de oficiales de inteligencia estadounidense y ahora, gran parte de los documentos físicos y electrónicos que fueron rescatados del lugar, son estudiados por analistas estadounidenses que revelan las verdades del líder terrorista.

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