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Países pobres piden ayuda en COP28 para sobrevivir al calentamiento global


La primera ministra de Barbados, Mia Mottley, habla en la cumbre climática de la ONU COP28 en Dubái el 4 de diciembre de 2023.
La primera ministra de Barbados, Mia Mottley, habla en la cumbre climática de la ONU COP28 en Dubái el 4 de diciembre de 2023.

El clamor de los países pobres por ayuda para hacer frente al cambio climático se escuchó este lunes en la cumbre COP28 de la ONU, en especial de las islas pequeñas que sufren el aumento del nivel del mar.

Crear impuestos globales a los servicios financieros, el sector del gas y el petróleo y las industrias del transporte podría reunir cientos de miles de millones de dólares para que los países pobres se adapten y lidien con el calentamiento global, afirmó este lunes la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, en la cumbre COP28 de la ONU.

Mottley se centró en cómo podrían los países pobres, con ayuda de países más ricos y financiamiento internacional, asumir los costos astronómicos para que el mundo se adapte al cambio climático, reduzca su impacto futuro y pague por las pérdidas y daños causados cuando los fenómenos como inundaciones, incendios forestales y olas de calor golpean a las comunidades.

La conferencia climática de Naciones Unidas, conocida como COP28 y presidida por el director general de la mayor petrolera de Emiratos Árabes Unidos, dirigió su atención este lunes a cómo podrían costear los países en desarrollo los billones de dólares que los expertos calculan que necesitan para lidiar con el calentamiento global.

“Este ha sido probablemente el mayor progreso en finanzas que hemos visto en los últimos 12 años”, dijo Mottley a los periodistas sobre los compromisos de financiar la transición a la energía limpia, adaptarse al cambio climático y responder a fenómenos climatológicos extremos.

“Pero aún no estamos donde necesitamos estar”, advirtió.

Algunas naciones insulares pequeñas han presionado para que la cuestión financiera avance en las negociaciones, con el argumento de que es vital para poder adaptarse a la subida del mar que reduce su territorio.

Cedric Schuster, ministro de recursos naturales en Samoa, dijo ser optimista sobre que la cumbre pueda hacer avances en la cuestión financiera, pero señaló que los países aún están muy lejos del objetivo.

Schuster, que también preside la Alianza de Islas Pequeñas, dijo que los samoanos “quieren que se les garantice que sobrevivirán (...). Confían en nosotros para estar aquí, amplificar sus voces y que el mundo comprenda el resultado de sus preocupaciones y que nos aseguramos de que se toman las decisiones globales correctas”.

Los activistas climáticos también plantearon la cuestión en la conferencia de dos semanas en Dubái con una protesta en el amplio recinto, por la que pasan decenas de miles de líderes, economistas, líderes empresariales, filántropos y otras personas para buscar una forma de transformar la zona en la que el mundo genera y utiliza energía en el siglo XXI.

“¡Billones, no millones! ¡Llenen el fondo ahora!”, corearon, en alusión al fondo de pérdidas y daños para países afectados por el impacto climático. Países como Alemania y EAU han prometido aportar cientos de millones de dólares al fondo.

Pero Eric Njuguna, activista de Kenia, dijo que se necesita “que los países ricos aporten cientos de miles de millones al fondo de pérdidas y daños”.

En una conferencia de prensa organizada por el Foro de los Vulnerables al Clima, el secretario general del grupo, Mohamed Nasheed, expresó su pesimismo sobre que los países desarrollados estuvieran escuchando a los activistas climáticos.

“Nos quedamos en los millones”, dijo Nasheed, que también es expresidente de las islas Maldivas. “De modo que no veo que vaya a llegar a billones”.

Mottley elogió el lanzamiento oficial del fondo de pérdidas y daños en la COP28, que según los organizadores ya ha reunido compromisos por valor de 720 millones de dólares, pero dijo que eso está muy lejos de los 420.000 millones necesarios.

Mottley señaló que un impuesto a los servicios financieros globales, fijado a una tasa del 0,1 %, podría reunir 420.000 millones de dólares, “no los 720 millones de dólares que tenemos hoy”.

“Si tomáramos el 5 % de los beneficios del gas y el petróleo del año pasado (los beneficios del gas y el petróleo fueron 4 billones de dólares) eso nos daría 200.000 millones de dólares”, dijo Mottley. “Si tuviéramos un impuesto del 1 % sobre el valor del transporte —el año pasado, ese valor fue de 7 billones de dólares—, eso nos daría 70.000 millones de dólares”.

El G20 de países industrializados y en desarrollo, responsable de cuatro quintos de los gases de efecto invernadero, dijo este año en Nueva Delhi que los países en desarrollo necesitarán 5,9 billones de dólares para 2030 para cubrir sus objetivos climáticos. Harían falta otros 4 billones de dólares para encarrilarlos hacia la neutralidad de emisiones para 2050.

Estados Unidos, el país más rico del mundo, nunca ha aprobado un impuesto global, y los republicanos en el Congreso son reacios a aprobar nuevos impuestos, especialmente para financiar muchos programas e instituciones multilaterales.

“No es fácil introducir un impuesto internacional. Requiere que los países acepten poner esos impuestos”, dijo lord Nicolas Stern, copresidente de un grupo de expertos que revisa el coste de financiar la lucha contra el cambio climático.

Y los países más pobres necesitan el dinero por adelantado para hacer posibles las inversiones en energías renovables.

“Cuando hablamos del cambio climático, creo que lo marítimo y el gas y el petróleo y los viajes son de especial relevancia para este asunto”, dijo Stern. “Y eso implica que los países se unan”.

“De modo que podemos ver qué hacer para incrementar la inversión: tiene que ser grande”, añadió.

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