El papa Francisco llegó el miércoles a Bangkok para comenzar una gira por Tailandia y Japón.
El pontífice quiere subir la moral a las pequeñas minorías católicas en esos países y abordar temas como el tráfico de personas y las negociaciones de paz.
Se esperaba que Francisco expresara su admiración en Tailandia por los misioneros que hace siglos llevaron la fe católica a un país budista. La comunidad católica ha sufrido épocas de persecución en Tailandia.
Francisco fue recibido por Surayud Chulanont, exprimer ministro y jefe del consejo privado del rey Maha Vajiralongkorn de Tailandia.
La bienvenida más cálida, sin embargo, fue la de su prima segunda, la hermana Ana Rosa Sivori, misionera en Tailandia desde la década de 1960 y que haría de traductora durante su viaje. Lo primero que hizo Francisco al bajar del avión, antes incluso de ser saludado oficialmente por Surayud, fue abrazar a su prima.
También le esperaba una docena de niños con atuendos tribales tradicionales. Una de ellas, con un elaborado tocado, se acercó con una enorme sonrisa y le abrazó. La recepción incluyó una salva de artillería.
Los tres días de visita al país serán un bienvenido respiro para el Papa de 82 años, que afronta una nueva oleada de oposición de conservadores católicos en Estados Unidos en torno a su reciente cumbre sobre la Amazonía, además de un escándalo financiero en el Vaticano.
Dejando esas preocupaciones a un lado, Francisco se reunirá con el líder budista más importante de Tailandia, con autoridades locales y con todos los obispos católicos de Asia, una oportunidad poco habitual para tratar algunos de los desafíos de la Iglesia en la región y dirigirse a los hombres responsables de afrontarlos.
Era probable que hablara sobre relaciones entre credos e hiciera hincapié en la dignidad de la persona, señaló el martes el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin.
Francisco ha dado importancia a la lucha contra la trata de personas durante su papado. Se esperaba que el tema surgiera en Tailandia, un importante país de tránsito para las víctimas del tráfico de personas y del empleo y la prostitución forzosos.
También se esperaba que el Papa tratara de alentar a la comunidad católica, que supone apenas el 0,58% de los 69 millones de habitantes de Tailandia, e instara al país, de mayoría budista, a que siga aceptando migrantes y mostrando tolerancia a otros credos. Se esperaba que ese mensaje se extendiera a la minoría musulmana tailandesa, en medio de una persistente insurgencia en el sur del país, junto a la frontera de Malasia.
Treinta y cinco años después de que san Juan Pablo II se convirtiera en el primer papa en visitar Tailandia, Francisco viajaba a la nación coincidiendo con el 350 aniversario de la creación de un vicariato apostólico estable en el país, entonces conocido como Siam, tras la llegada de misioneros dominicos en 1567, seguidos más tarde por jesuitas, la orden a la que pertenece Francisco.
El Papa tenía previsto rezar ante la tumba de Nicholas Bunkerd Kitbamrung, conocido como reverendo Benedikto Chunkim y que en 1944 se convirtió en el primer sacerdote martirizado de la Tailandia moderna. Era probable que el Papa mencionara a otros siete mártires asesinados en 1940, cuando un gobierno nacionalista intentó convertir a todos los tailandeses en budistas.
Después pasará otros tres días en Japón.