El papa Francisco y el gran imán de la mezquita más grande del sudeste asiático se comprometieron el jueves a luchar contra la violencia de inspiración religiosa y a proteger el medio ambiente, y lanzaron un llamado conjunto a la amistad interreligiosa y a la causa común dentro del viaje del pontífice a Indonesia.
En un encuentro cargado de significado simbólico y toques personales, Francisco visitó la icónica mezquita Istiqlal de Yakarta para participar en un encuentro interreligioso con representantes de las seis religiones reconocidas oficialmente en el país: islam, budismo, confucianismo, hinduismo, catolicismo y protestantismo.
Allí, él y el gran imán, Nasaruddin Umar, acudieron a la entrada al “Túnel de la amistad", un paso subterráneo que conecta el complejo de la mezquita con la cercana catedral católica de Nuestra Señora de la Asunción.
Indonesia, que tiene la mayor población musulmana del mundo, ha presentado el túnel como un signo tangible de su compromiso con la libertad religiosa, que está consagrada en su Constitución pero ha sido puesta en cuestión por repetidos casos de discriminación y violencia contra las minorías religiosas.
Entre enero de 2021 y julio de 2024 se registraron al menos 123 casos de intolerancia, incluyendo rechazo, cierre o destrucción de lugares de rezo y agresiones físicas, dijo el grupo Amnistía Internacional en la víspera de la visita de Francisco.
Al acercarse al elevador del túnel, el papa dijo que era un potente símbolo de cómo las distintas tradiciones religiosas tienen “el rol de ayudar a todos a atravesar el túnel de la vida con la mirada dirigida hacia la luz".
Además, animó a indonesios de todas las confesiones a “caminar en la búsqueda de Dios y contribuir a construir sociedades abiertas, cimentadas en el respeto recíproco y en el amor mutuo, capaces de aislar las rigideces, los fundamentalismos y los extremismos, que son siempre peligrosos y nunca justificables”.
Francisco viajó a Indonesia al inicio de un viaje de 11 días que lo llevará a cuatro países de Asia y Oceanía, para animar a Indonesia a combatir la violencia de inspiración religiosa y prometer el apoyo de la Iglesia católica a una mayor fraternidad.
El encuentro en la mezquita mostró el lado personal de esa política, con Francisco y Umar — de 88 años y 65, respectivamente — mostrando una clara afinidad mutua. Cuando el pontífice se marchaba en su silla de ruedas, Umar se inclinó y lo besó en la cabeza. El papa tomó entonces la mano del imán, la besó y se la llevó a la mejilla.
El acto comentó con un momento igual de emotivo, cuando una adolescente indonesia con discapacidad visual, Kayla Nur Syahwa, recitó versos del Corán sobre la tolerancia entre los fieles de distintas religiones.
Francisco ha hecho de la mejora de los lazos entre católicos y musulmanes un sello distintivo de su papado y prioriza los viajes a países de mayoría musulmana.
La nueva iniciativa lanzada el jueves, bautizada como “Declaración Conjunta de Istiqlal”, se convertirá en otro de los pilares de la iniciativa interreligiosa del argentino. Fue firmada por Francisco y Umar en una ceremonia formal en una carpa del recinto de la mezquita.
Los demás representantes religiosos no la firmaron, pero los organizadores indicaron que los habían “acompañado”.
El documento afirma que nunca debe abusarse de la religión para justificar la violencia, sino que debe utilizarse para resolver conflictos y proteger y promover la dignidad humana. También reclama “acciones decisivas” para proteger el medio ambiente y sus recursos, y culpó a las acciones del hombre de la crisis climática actual.
“La explotación humana de la creación, nuestra casa común, ha contribuido al cambio climático, provocando consecuencias destructivas como las catástrofes naturales, el calentamiento global y los patrones meteorológicos impredecibles”, señaló el texto. “Esta crisis medioambiental se ha convertido en un obstáculo para la convivencia armoniosa de los pueblos”.
La lucha contra el cambio climático ha sido una prioridad importante para el jesuita argentino, que ha publicado encíclicas en las que insiste en la necesidad moral de cuidar la creación de Dios. Esta es una cuestión clave también para Indonesia, un archipiélago tropical que se extiende a través del ecuador y cuenta con la tercera selva tropical más grande del mundo y una variedad de fauna y flora en peligro de extinción.
El encuentro en la mezquita fue el punto álgido de la visita de Francisco al país, que terminará más tarde en el día con una misa multitudinaria en un estadio de Yakarta a la que se espera que acudan alrededor de 60.000 personas. Los católicos son apenas un 3% de los 275 millones de habitantes del país, que tiene el mayor seminario católico del mundo y ha sido durante mucho tiempo una de las principales fuentes de sacerdotes y monjas católicos.
Francisco es el tercer pontífice que visita Indonesia después de Pablo VI en 1970 y de Juan Pablo II en 1989. El viernes volará a Papúa Nueva Guinea para la segunda etapa del viaje, uno de los más largos y lejanos en la historia papal, que lo llevará a Timor Oriental y a Singapur y termina el 13 de septiembre.
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