Cuando María Carolina Galindo entró a una mina, colmada de metano, sintió temor de que esta explotara. Ya habían muerto 15 personas, debido a un accidente minero, pero tenía una meta clara: salvar a aquellos que aún permanecían con vida.
Como ella, la Agencia Nacional de Minería (ANM) en Colombia ha formado a 1.500 socorredores en toda Colombia, mineros capacitados en prevención y salvamento, quienes arriesgan sus vidas para salvar a colegas que se han visto atrapados en diferentes accidentes.
¿Miedo? – Claro, no es fácil, confesó María Carolina, ingeniera de minas y gerente del grupo y Seguridad y Salvamento Minero de ANM.
“El miedo es normal y eso me ayuda a que sea prudente”, dijo la mujer a la Voz de América.
Algo que bien sabe el socorredor Gregorio Alonso Gómez: “Sí, a veces tenemos el miedo, pero ¿tirar la toalla por esto? No, no, no. No lo he contemplado. Al contrario, como que se da uno más ánimo”.
Desde los 13 años, este socorredor ha trabajado en las minas. Enamorado de estos lugares, empezó a estudiar para ser técnico, luego se capacitó como socorredor y ahora, a sus 48 años, es ingeniero de minas, especialista en seguridad y salud en el trabajo.
“Todo me lo ha dado la minería. Sí, es muy lindo. Amo mi profesión y me gusta”, afirmó Gregorio, en entrevista con la VOA.
Esto, incluso, a pesar de que ha visto morir a sus colegas: “Un compañero me dijo: ‘Lléveles saludos a los de afuera, porque usted ya no me saca de acá’. Y nunca lo volvimos a escuchar hasta que lo sacamos ya sin vida. Duramos tres días en esa emergencia, en un derrumbe fue. Eso sí fue duro”.
Es un oficio de dos caras, explicó a la VOA el socorredor y supervisor minero, Edward Rozo, quien hace 14 años ejerce en el oficio. Lo más gratificante es sacar a las personas de la mina con vida, pero el desconsuelo es total cuando tienes que "entregar un cuerpo a un familiar”, reflexionó.
Emergencias mineras
De acuerdo con cifras de la Agencia Nacional de Minería (ANM), desde 2005 hasta comienzos de 2023, se han presentado 1.743 emergencias mineras en Colombia, dejando un saldo de 1.978 víctimas mortales. En lo que va corrido del año, se han atendido 32 emergencias, el año pasado la cifra llegó a 72.
De allí la importancia del papel del socorredor minero, no sólo en Colombia, sino también en la región. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), América Latina abarca una gran proporción de la inversión y explotación minera a nivel mundial. Brasil, Chile, México y Perú, por ejemplo, representan más del 80% de las exportaciones de minerales y metales en la región.
Cifras de la Federación de Aseguradores Colombianos (Fasecolda) aseguran que el 15 % de los trabajadores mineros se accidenta, especialmente en minas subterráneas de carbón, a causa de un deficiente sostenimiento, falta de ventilación y un precario transporte interno.
Luis Ángel Garnica, ingeniero de minas y líder de la Estación de Seguridad y Salvamento Minero de Ubaté, en el departamento de Cundinamarca, dijo a la VOA que la explotación subterránea de la mina acarrea una serie de riesgos, “es una profesión peligrosa porque se ingresa al socavón y no se tiene certeza de volver a salir. Esa certeza está dada" por varios factores de seguridad.
“El eslogan de nuestra minería dice que, de la mina, deben salir los trabajadores, no solamente los que explotan, sino deben salir también los trabajadores y con vida”, agrega.
El papel del minero
Un socorredor es un minero, con mínimo dos años de experiencia en labores bajo tierra, que se capacita, durante dos semanas, en rescate, atención y prevención de emergencias.
Garnica explicó que lo que más se inculca a un minero es “el sentido de la prevención para evitar que se nos lleguen a presentar accidentes. Esa es nuestra prioridad y es nuestra bandera de trabajo”.
Rozo, por ejemplo, tiene clara su labor: “Nosotros somos garantes de seguridad. Nosotros transmitimos la seguridad dentro de las empresas y en el gremio minero” porque "el que no vive para servir no sirve para vivir”, enfatiza.
La mayoría de emergencias atendidas son causadas por fallas geomecánicas o derrumbes, según Galindo. Además, por atmósferas contaminadas, explosiones de metano o polvo de carbón, atropellamiento con vagoneta, urgencias de tipo eléctrico, inundaciones, caídas, etc. “Por un solo accidente pueden morir hasta diez, 20 o 30 personas”, explicó.
“Los mayores accidentes que hemos tenido han sido por explosiones de metano y polvo de carbón. Esas dos actividades en dos emergencias tuvimos un total de 28 trabajadores fallecidos”, en el departamento de Cundinamarca, agregó el ingeniero.
Al recibir el llamado de auxilio de la mina o de la empresa donde se presentó la emergencia, se contactan las estaciones de salvamento minero. Luego, se autoriza la salida del funcionario de la ANM para que vaya a atenderla. Cuando los socorredores reciben la alerta, hacen el alistamiento de los equipos -que incluyen overoles, cascos, guantes, medidores de gas y equipos de oxígeno para auxiliar a otros-, un equipo que pueden pesar 16 kilos, y se inicia la cadena de llamado a coordinadores logísticos y las entidades de apoyo, como la Policía, la Cruz Roja, la Defensa Civil, etc.
Finalmente, el socorredor minero se traslada al área donde ocurre el accidente, hace el análisis para la atención de emergencia y proceden a recuperar con vida a los compañeros, en minas incluso de hasta 1.000 metros de profundidad. La actividad de rescate, o en el simulacro que participó la VOA, puede conllevar la ayuda de una cuadrilla, integradas por cinco o seis socorredores. Esto depende de la magnitud del incidente.
Las mujeres en la mina
Loendy Ramírez, gerente de operación minera pertenece hace dos años al grupo de socorredores y, a raíz de que en su compañía necesitaban una comandante de operaciones para participar en las competencias nacionales de socorredores, se formó para luego representar, junto a su equipo, a Colombia en Estados Unidos.
Esta ingeniera de minas, de 36 años, y quien ha participado en fuertes emergencias, explicó a la VOA que “no todas las mujeres se miden pues a este tipo de formación porque requiere un cierto esfuerzo físico”, pero aclaró que “cada día hay más mujeres que están ingresando en este mundo”.
“Es gratificante y ser mujer en un mundo de hombres, los chicos son súper lindos, súper compañeros, muy cuidadores”, añadió.
Por su parte, María Carolina llegó al grupo de salvamento, hace 14 años, y cuenta que, cuando vio “en los ojos del minero la tristeza con la que ingresaba a una mina”, decidió convertirse en socorredora.
“Nosotras, en ese momento ‘olíamos feo’ en las minas, no nos dejaban ingresar a las mujeres porque decían que, si nosotras ingresamos a ver, existe un tabú que era que el manto de carbón se desaparecía”, recordó Galindo.
Hoy, no sólo hace parte del grupo, sino además, tras trabajar en investigaciones y trabajar en el Instituto Colombiano de Geología y Minería, es gerente y tiene a su cargo a una gran cantidad de hombres socorredores.
Para Galindo, “este tema para las mujeres realmente es nuevo... Es un reto muy grande porque por ser tan poquitas mujeres, ellos les dan más prestigio a los hombres”, señaló, pero dice que, en su papel como jefe, existe “un vínculo de amor, de fraternidad, de compañerismo, de buscar en ellos el heroísmo, porque son unos héroes”.
“Ellos dejan todo por arriesgar su vida y entregarle felicidad a las familias de los trabajadores, que unos pierden la vida y otros que obviamente ganan la batalla, pero quedan muy, muy tristes y sin ganas de seguir trabajando en una mina”, explicó la gerente a la VOA.