El parlamento británico fue suspendido el martes, una decisión denunciada como un "ultraje constitucional", pero antes asestó un último golpe al primer ministro Boris Johnson al rechazar por segunda vez su petición de elecciones anticipadas para salir del bloqueo del Brexit.
Por decisión de Johnson, las labores de las cámaras baja y alta quedaron suspendidas de madrugada y hasta el 14 de octubre, dos semanas antes de la fecha del Brexit, lo que sus detractores denunciaron como una estrategia para amordazarlos.
La tradicional ceremonia de suspensión, rodeada de gran pompa, fue boicoteada por la inmensa mayoría de los Lores en señal de protesta, mientras algunos diputados gritaban "¡vergüenza, vergüenza!".
"Esta no es una suspensión normal", denunció John Bercow, presidente de la Cámara de los Comunes desde hace 10 años, quien previamente había anunciado que dejará el cargo el 31 de octubre alegando unos vagos motivos familiares. En día anteriores, había calificado la decisión de Johnson de "ultraje constitucional".
"No pediré otro aplazamiento"
Antes de la suspensión, los diputados habían tumbado una moción gubernamental para organizar comicios a mediados de octubre, que requería el apoyo de dos tercios de la cámara -de 650 escaños- pero solo obtuvo 293 votos. El pasado miércoles, ya habían rechazado una primera propuesta en este sentido y, como en aquella ocasión, la mayoría de la oposición se abstuvo.
"No sólo se han negado a elegir un camino a seguir, sino que ahora han denegado dos veces al pueblo británico su derecho a expresarse en una elección", denunció un Johnson cada vez más acorralado.
Tras meses reclamando elecciones, la oposición ve ahora el riesgo de una "treta" de Johnson o de que los votantes refuercen al Partido Conservador para que no tenga que pedir un nuevo aplazamiento del Brexit.
"Apoyaremos unas elecciones cuando esté claro que evitaremos salir brutalmente" de la UE, afirmó el líder laborista Jeremy Corbyn.
Johnson llegó al poder en julio prometiendo que sacaría al Reino Unido del bloque el 31 de octubre, a toda costa.
Pero ante el temor de un caótico Brexit sin acuerdo, los legisladores aprobaron de urgencia una ley que le obliga a pedir una nueva prórroga, si al 19 de octubre no llega a un trato aceptable con Bruselas u obtiene la luz verde del parlamento para una salida brutal.
Además de evitar un Brexit brutal, unas elecciones tras la prórroga tendrían la ventaja para la oposición de poner a Johnson ante los electores habiendo incumplido su gran promesa.
Pero el primer ministro volvió a insistir el lunes: "No pediré otro aplazamiento". Y esto alimenta las especulaciones sobre sus opciones. ¿Dimitir? ¿Ignorar la ley y terminar ante los tribunales?
Johnson, que expulsó de su partido a 21 diputados rebeldes, perdió la mayoría parlamentaria siete semanas después de llegar al poder y esperaba que unos comicios le diesen un mandato fuerte antes del Consejo Europeo del 17 y 18 de octubre, en el que confiaba arrancar un nuevo acuerdo a los 27.
Pero estos afirman que no hay una verdadera negociación y que el Reino Unido no presentó alternativas reales al Tratado de Retirada firmado por May en noviembre y rechazado tres veces por el parlamento.
La UE no recibió hasta el momento ninguna propuesta "realista" de Londres, afirmó el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, en una rueda de prensa conjunta con Johnson en Dublín por la mañana.
Johnson pidió a la UE eliminar del acuerdo la "salvaguarda irlandesa", un mecanismo para evitar una nueva frontera en la isla de Irlanda que amenace al frágil acuerdo de paz de 1998 que puso fin a tres décadas de sangriento conflicto en Irlanda del Norte. Propone reemplazarla por "arreglos alternativos", pero aún debe precisar en qué consistirían.
"Presentaremos ideas, tenemos tiempo para hacerlo y lo abordaremos con mucho entusiasmo", afirmó en Dublín.
Pero la verdad es que el Reino Unido no está siquiera seguro de que la UE le conceda una nueva prórroga. Todo nuevo aplazamiento debe ser aprobado por unanimidad por los otros 27 y el canciller francés, Jean-Yves le Drian, advirtió que en las "circunstancias actuales" la respuesta de París sería "no".