Cientos de miles de peregrinos vestidos de blanco y con sombrillas para protegerse del ardiente sol de verano de Arabia Saudita llegaron esta semana a La Meca para la celebración anual del haj.
Las autoridades sauditas pidieron a los musulmanes que se concentren en los rituales de adoración, en una señal de advertencia contra la politización del rito en momentos de creciente tensión entre el reino musulmán y su adversario chiíta musulmán Irán.
“El haj (...) no es un lugar para conflictos políticos o para levantar consignas sectarias que dividan a los musulmanes” dijo Abdulrahman al-Sudais, imán de la Gran Mezquita en La Meca.
El gobernador de la Meca, el príncipe Khalid al-Faisal, pidió a los fieles a principios de esta semana que “dejen todos los demás asuntos en sus países para discutirlos cuándo estén de regreso”.
Arabia Saudita apuesta su reputación en la custodia de los sitios más sagrados del Islam y en la organización de un haj pacífico, un ritual que otras veces se vio empañado por estampidas, incendios y disturbios.
Las autoridades dijeron que hasta el momento más de 1,8 millones de peregrinos llegaron al reino para el encuentro musulmán anual más grande del mundo, que traza la ruta que tomó el profeta Mahoma hace 14 siglos.
Fuera de la Gran Mezquita, la más grande del mundo, las temperaturas superaban los 40 grados centígrados.
Todo musulmán sano que tenga los medios debe realizar el haj al menos una vez en su vida.
Arabia Saudita ha hecho uso de la tecnología para gestionar el flujo de millones de personas en el lugar al mismo tiempo. Esto incluye pulseras de identificación electrónica conectadas a GPS, las que se introdujeron tras la estampida en 2015 que dejó cientos de muertos.
Un nuevo ferrocarril de alta velocidad que une La Meca y Medina, el segundo sitio más sagrado del Islam, se está utilizando durante la temporada del haj por primera vez tras su inauguración en septiembre.
