Nika Gvaramia, que alguna vez fue el único periodista encarcelado en Georgia, confiesa que después de años de luchar por su país, a veces se siente culpable por cómo el periodismo que hace afecta a su familia.
"Están sacrificando mucho", dijo sobre su esposa y sus tres hijos. "Mis hijos corren constantemente el peligro de ser atacados porque su padre es Nika Gvaramia", agregó. El hijo mayor de la familia ya vive en Estados Unidos bajo asilo.
Pero Gvaramia encuentra consuelo en su lucha por lo que cree que resultaría una Georgia mejor, un país que muchos consideran tambaleante entre Rusia y Occidente.
"Saben que estoy luchando por el hogar que amo. Es nuestra tradición familiar", dijo Gvaramia. Su padre, también disidente, luchó por la independencia de Georgia y acabó en prisión hace más de cinco décadas.
Trece meses después de cumplir su sentencia de tres años y medio de cárcel, Gvaramia fue inesperadamente indultado y puesto en libertad en junio pasado.
Ahora, mientras Georgia se prepara para las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2024, Gvaramia está decidiendo cuáles serían sus próximos pasos y con ello la mejor manera de ayudar a su país.
Actualmente, eso significa viajar a las capitales de Estados Unidos y algunas de Europa para reunirse con legisladores y miembros de la sociedad civil.
Esta semana estuvo en Estados Unidos para recibir un Premio Internacional a la Libertad de Prensa presentado por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) en reconocimiento a su trabajo.
Después de una semana de reuniones en Washington el mes pasado, Gvaramia se reunió con la Voz de América tomando un café mientras charlaba sobre sus logros y el futuro más inmediato.
Gvaramia, ex miembro del parlamento georgiano, fundó la emisora prodisidente Mtavari Arkhi en 2019.
En mayo de 2022, un tribunal lo condenó por abuso de poder relacionado con su trabajo en 2019 como director de otra emisora llamada Rustavi 2. El periodista negó los cargos, que él, sus colegas y expertos en libertad de prensa rechazaron como represalias.
La esposa de Gvaramia, Sofia Liluashvili, hizo campaña incansablemente por la liberación de su marido. Ella cree que su encarcelamiento tenía como objetivo debilitar a Gvaramia y su familia. Pero, dijo, eso sólo los hizo más fuertes.
"Mi familia se convirtió en producto de la injusticia y el resultado de la violación de las libertades individuales", dijo Liluashvili a la VOA.
El caso de Gvaramia se volvió emblemático de los desafíos que enfrentan los medios de comunicación en Georgia, así como de la lucha más amplia que enfrenta el futuro europeo del país.
Según Gvaramia, la libertad de prensa, así como la democracia, siguen amenazadas en Georgia, una nación alguna vez celebrada como uno de los países exsoviéticos más libres y que se ha visto envuelta en una lucha contra la corrupción y el retroceso democrático de los últimos años.
En octubre, el parlamento de Georgia aprobó enmiendas a las leyes de radiodifusión del país que permitirían a las autoridades multar o suspender a las emisoras por violaciones de contenido, incluida la "obscenidad", según declaratoria del CPJ.
En una declaración, Gulnoza Said, coordinador del programa para Europa y Asia Central del CPJ, dijo que las medidas "podrían tener un efecto profundamente pernicioso en el ambiente polarizado de Georgia".
Gvaramia, así como expertos en libertad de prensa y analistas políticos, creen el periodista que fue encarcelado como parte de un aparente esfuerzo por sabotear la candidatura de Georgia a ser miembro de la Unión Europea.
La Embajada de Georgia en Washington no respondió al correo electrónico de la VOA solicitando comentarios para esta historia. Pero un portavoz de la embajada negó anteriormente a la Voz de América que el encarcelamiento de Gvaramia tuviera relación con los intentos por descarrilar la candidatura del país a la UE.
¿Un paso atrás?
Desde su liberación, Gvaramia ha dado un paso atrás respecto de Mtavari Arkhi, el medio que fundó.
"Sobrevivieron sin mí. Pueden continuar sin mí", afirmó. Además, después de pasar más de un año en prisión, a Gvaramia le preocupan posibles percepciones de parcialidad si sigue demasiado involucrado con la emisora, añadió.
Por ahora, se centra en causas que han llegado a definir su carrera y su vida: la libertad de prensa, la democracia y la lucha contra la influencia rusa.
Otro camino
Originario de la región de Abjasia, Gvaramia dice haber visto cómo la influencia rusa afecta a su país.
Después de la guerra entre Georgia y Rusia en 2008, cuando Gvaramia era ministro de Justicia, Moscú reconoció la región como un estado independiente. El parlamento georgiano respondió declarando a Abjasia ocupada por Rusia. La mayoría de los estados miembros de las Naciones Unidas están de acuerdo con la opinión de Georgia.
La propaganda rusa ha suscitado durante décadas apoyo al movimiento separatista de Abjasia, según informes académicos y de expertos.
"Estoy considerando cualquier opción posible para defenderme contra la propaganda al estilo ruso, el gobierno al estilo ruso, el régimen al estilo ruso. Haré todo lo posible para derrotar al autoritarismo. Y qué haré exactamente, no lo sé. Pero así y todo haré lo mejor que pueda", dijo Gvaramia. "No podemos darnos el lujo de equivocarnos."
Sentado en la terraza de un edificio en el centro de Washington, Gvaramia habló sobre cómo lo que está en juego no podría ser mayor para las elecciones que se avecinan.
"O tenemos democracia sobre el terreno o somos Rusia. Desde mi perspectiva, no existe una tercera opción", dijo Gvaramia. Él Cree que será necesario un seguimiento electoral independiente.
Pero a pesar del sombrío panorama, el optimismo siempre abunda en Gvaramia.
"La democracia nunca morirá", afirmó. "No necesito nada más que democracia".