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¿Cuán viable será un nuevo acercamiento diplomático occidental a los talibanes?


El personal de seguridad talibán hace guardia en un puesto de control a lo largo de una calle en Kabul, la capital afgana, el 10 de enero de 2023.
El personal de seguridad talibán hace guardia en un puesto de control a lo largo de una calle en Kabul, la capital afgana, el 10 de enero de 2023.

Poco más de un año de la llegada de los talibanes al poder, las agencias internacionales apuestan por abrir la vía diplomática hacia el nuevo gobierno. Occidente duda ante las duras medidas impuestas por los talibanes a la sociedad civil.

Las agencias de ayuda global, frustradas por el fracaso de más de un año de aislamiento internacional para sacar a los talibanes de sus políticas misóginas y de línea dura, dicen que es hora de que las naciones occidentales envíen a sus diplomáticos de regreso a la capital afgana, Kabul.

Todos los países se han negado a reconocer a la administración talibán que tomó el poder en Kabul en agosto de 2021, exigiendo que los líderes de facto primero formen un gobierno inclusivo, respeten los derechos de las mujeres y garanticen que su territorio no se convierta en una base para terroristas.

Pero 16 meses después, los talibanes se han vuelto aún más comprometidos con sus políticas de línea dura, imponiendo progresivamente restricciones cada vez más severas al derecho de las mujeres a viajar y recibir educación y negándose a abrir su administración a las minorías de la nación.

Para los grupos de ayuda, que buscan desesperadamente abordar el hambre y la pobreza que han acompañado el corte de la ayuda internacional, la gota que colmó el vaso llegó con una orden el mes pasado que prohibía al personal femenino afgano trabajar para ONG nacionales e internacionales.

“Necesitamos que Occidente envíe a sus diplomáticos de regreso a Afganistán para comprometerse con los nuevos gobernantes del país”, tuiteó Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, por sus siglas en inglés), después de reunirse con funcionarios talibanes en Kabul.

“Estamos demasiado solos aquí en una situación cada vez más grave”, agregó Egeland, quien advirtió a principios de esta semana que la prohibición de las trabajadoras humanitarias podría llevar a 6 millones de personas a la hambruna y dejar a 600.000 niños sin educación.

Adam Combs, director de Asia y Europa de la NRC, reforzó el punto en una entrevista con la Voz de América y dijo: “Creemos firmemente que aislar a las autoridades de facto de los talibanes no es la respuesta”.

“Al tener presencia diplomática en Afganistán, ayudará a mejorar y ayudará a facilitar la respuesta humanitaria”, manifestó.

Existe la preocupación de que la reapertura de las embajadas occidentales en Kabul transmita una sensación de legitimidad al régimen talibán.

“Es casi seguro que los talibanes verían el regreso de los diplomáticos estadounidenses como una señal de que Estados Unidos avanza hacia el reconocimiento. También se alentaría a otros países a enviar de regreso a sus diplomáticos”, dijo a la VOA Ronald Neumann, presidente de la Academia Estadounidense de Diplomacia y ex embajador de Estados Unidos en Afganistán.

A diferencia de Estados Unidos y la mayoría de sus aliados occidentales, China, Irán, Rusia y algunos otros países han mantenido abiertas sus embajadas en Kabul sin reconocer oficialmente a sus anfitriones talibanes, incluso cuando Beijing, Teherán, Moscú, Islamabad y Pakistán han aceptado representantes talibanes.

La semana pasada, Wang Yu, el embajador chino en Kabul, asistió a la ceremonia de firma de un importante contrato de extracción de petróleo entre el gobierno talibán y una empresa china.

Líder inaccesible

Funcionarios estadounidenses y europeos acusan a los líderes talibanes de incumplir sus compromisos anteriores con la educación y los derechos laborales de las mujeres.

También hay informes de desacuerdos internos entre los talibanes con respecto a algunos de los controvertidos edictos de su líder supremo, Hibatullah Akhundzada.

Akhundzada dirige todo en el llamado Emirato Islámico de los talibanes desde la provincia de Kandahar, a unos 500 kilómetros de la ciudad capital. Es inaccesible para el público y los diplomáticos extranjeros, y recientemente se negó a reunirse con una delegación de la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes.

Incluso si los diplomáticos occidentales regresan a Kabul, dicen los expertos, el líder solitario será un interlocutor poco probable para escuchar sus preocupaciones y pedir mayores derechos para las mujeres.

“No creo que el regreso de diplomáticos extranjeros a Kabul tenga resultados importantes con respecto a los desacuerdos con los talibanes sobre los temas de las mujeres, el gobierno inclusivo o la lucha contra el terrorismo”, dijo Neumann.

Sin embargo, reconoció que reabrir la embajada de EEUU tendría algunos beneficios y dijo que “EEUU podría hacer un trabajo mucho mejor procesando las visas de asilo, y los diplomáticos podrían buscar otros intereses consulares”.

Aislados y presionados por las sanciones internacionales, los talibanes albergaron a los líderes de Al Qaeda en Afganistán a fines de la década de 1990. Existe una creciente preocupación de que los talibanes ahora no puedan o no quieran cumplir con los compromisos antiterroristas asumidos en un acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes de 2020 que allanó el camino para la retirada de las fuerzas lideradas por Estados Unidos en 2021.

Un portavoz del Departamento de Estado de EEUU dijo a la VOA que no hay planes para reabrir la legación diplomática estadounidense en Kabul “en este momento”.

Cuando se le preguntó por qué los diplomáticos estadounidenses no viajaban a Afganistán para enfrentarse directamente a los funcionarios talibanes, el portavoz dijo: “No tenemos nada más que agregar”.

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