Más de 100 conflictos bélicos se agravan en todo el mundo. Mientras Oriente Medio se tambalea al borde de una guerra regional, en Ucrania, Rusia avanza lenta pero firmemente en el este, reduciendo ciudades a escombros.
Es evidente que la “Tregua Olímpica” no se está respetando.
En el período previo a cada edición de los Juegos Olímpicos de los últimos 30 años, la ONU aprueba una resolución que defiende la “Tregua Olímpica”, que en teoría detiene las hostilidades para garantizar la seguridad de los deportistas y promover la paz mundial.
Se supone que está vigente desde siete días antes del inicio de los Juegos Olímpicos y concluye siete días después del final de los Juegos Paralímpicos. A menos de dos semanas de iniciada, las noticias de ataques con misiles, anexiones y tensiones parecen omnipresentes.
“Somos parte de un evento que une al mundo en paz”, dijo a los deportistas el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, en la ceremonia inaugural. No obstante, moderó su habitual optimismo al reconocer que se vive en “un mundo desgarrado por guerras y conflictos”.
En realidad, son solo buenas intenciones, que contrastan con los acontecimientos. El miércoles, tras el asesinato en Irán del máximo líder de Hamás, Ismail Haniya, el organismo internacional cambió el tono de su mensaje.
“Una cultura de paz es lo que tratamos de crear de una manera muy modesta”, dijo el portavoz del COI, Mark Adams, en una conferencia de prensa. “Somos incapaces de traer la paz. Podemos pedir la paz, pero probablemente no la logremos.
“Sólo podemos hacer lo que podemos hacer. Somos una organización deportiva”, agregó. “Nuestro trabajo es dejar que los políticos, lamentablemente, sigan adelante con lo que quieren hacer”.
La “Tregua Olímpica” se resucitó en la era posterior a la Guerra Fría.
“Vivimos en un mundo dividido donde los conflictos están proliferando de manera dramática. El horrendo sufrimiento en Gaza, la guerra aparentemente interminable en Ucrania, el terrible sufrimiento desde Sudán hasta la República Democrática del Congo, desde el Sahel hasta Myanmar”, dijo el secretario general de la ONU, António Guterres, después de reunirse con Bach en la antesala de la ceremonia de apertura.
“En un momento como este, es importante decir que el primer registro en la historia (de una) verdadera iniciativa de paz fue la Tregua Olímpica”, agregó.
En aquel entonces y ahora, nunca ha funcionado del todo. Rusia por sí sola ha roto la tregua tres veces, la más reciente en 2022 con la invasión de Ucrania, unos meses después de que votó a favor de la resolución de la ONU (esta vez, se abstuvo).
“Cuando hablamos de deportes, de unir a la gente y juntarla, sí, ese es un ideal aspiracional”, dijo Lindsay Sarah Krasnoff, experta en diplomacia deportiva que da clases en el Instituto Tisch para el Deporte Global de la Universidad de Nueva York. “Y mucho de eso es realidad. Cuando se analiza, en términos generales, el deporte tiene ese poder”.
Los Juegos Olímpicos, dice, son una herramienta más en la lucha por la paz.
“No creo que los Juegos en sí mismos puedan acabar con las guerras, los conflictos y los problemas complejos y complicados del mundo”, admitió. “Pero creo que lo que pueden hacer es proporcionar espacios para que la gente tenga estas conversaciones”.
¿Puede el idealismo ayudar en un mundo caótico? En última instancia, la tregua tiene buenas intenciones, pero es ineficaz. No hay consecuencias por romperla, aparte de la posible condena en el tribunal de la opinión pública mundial.
Por ejemplo: antes de los Juegos, el presidente francés Emmanuel Macron sugirió públicamente un alto el fuego entre Rusia y Ucrania durante los días de la competencia. Como era de esperar, ambos bandos se negaron, y la guerra continúa con la misma intensidad.
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