Nehomar Hernández está en la sala de redacción de la emisora más antigua de Venezuela, Radio Caracas Radio (RCR), con casi un siglo de historia. Está vacía, con computadoras apagadas y sin personal. “En algún momento estuvo plenamente ocupada”, recuerda.
La emisora, de línea crítica a los gobiernos chavistas, se escucha solo por internet y “sobrevive por fuerza de voluntad'', dice Hernández, que tiene una década trabajando como locutor en ese medio.
Cuatro personas están ese día en el edificio de tres pisos: un operador de audio, una redactora, un vigilante y Hernández.
“El cambio brutal que ha tenido la emisora desde 2019 hasta ahorita es muy dramático”, dice mientras muestra la soledad de las instalaciones.
“Se siente nostalgia”, continúa este hombre, de 34 años, que explica que pocas veces acude a la radio: la mayoría del tiempo graba desde casa su programa, que tiene miles de vistas en YouTube.
“Algunos programas tienen pauta publicitaria, otros no tienen. El mío tiene apenas dos anunciantes. Es sencillamente una labor titánica”, señaló.
En 2019, la autoridad venezolana para las telecomunicaciones, Conatel, ordenó a RCR el “cese inmediato” de las operaciones por señal abierta, alegando vencimiento de concesión. En efecto, tenía 17 años vencida y la estación intentó renovarla en ese tiempo, sin éxito: nunca obtuvieron respuesta.
“El problema es que Conatel usa el silencio administrativo como mecanismo de presión y persecución (…) el silencio administrativo se convierte en una negativa”, explica en un informe la ONG Espacio Público, especializada en temas de libertad de prensa.
El texto agrega que “la incertidumbre jurídica se convierte en un mecanismo de censura para limitar arbitrariamente la libre difusión de contenidos en radio y televisión”.
El cierre de las operaciones por señal abierta de RCR se concretó durante la cobertura de un fallido alzamiento militar, el 30 de abril de 2019, contra el gobierno de Nicolás Maduro y a favor del dirigente opositor Juan Guaidó.
Entonces, la emisora, que hizo su primera transmisión en Amplitud Modulada el 11 de diciembre de 1930, migró forzosamente a internet y en consecuencia redujo su nómina y cantidad de programas.
“Los dueños de medios van y tratan de renovar sus concesiones y Conatel no da respuesta a esas renovaciones, sino que esos documentos duermen en una gaveta y prácticamente son usados para chantajear a esos dueños de medios”, agregó Hernández.
100 emisoras cerradas en lo que va de 2022
El cierre de esta radio no es aislado. Otras 26 emisoras cerraron en ese año 2019.
“En la mayoría de los casos los procedimientos se hicieron de forma irregular, sin previo aviso y sin órdenes judiciales o explicaciones por parte de los funcionarios gubernamentales”, agrega Espacio Público.
Para 2022 la cifra es casi cuatro veces mayor.
Hasta el 3 de noviembre son “100 las que se han apagado en 16 estados en 2022”, según el Sindicato de Trabajadores de la Prensa (SNTP). “Exigimos que cese la persecución contra las radios, son el medio de comunicación con más penetración. Pedimos procesos justos”.
“Las cerraron los propios dueños”, respondió Diosdado Cabello, poderoso dirigente chavista y exdirector de Conatel, en una rueda de prensa por estos días.
“Las concesiones de radio tienen una característica fundamental, que son personalísimas, que no se heredan y no se pueden vender sin autorización del ente regulador, porque la frecuencia le pertenece al Estado”, siguió Cabello, que encabezó el organismo en el período 2009-2010.
“Es un error pensar que la libertad de expresión les pertenece a los dueños de medios de comunicación; no, le pertenece a las y los ciudadanos”, agregó.
Santiago Romero, profesor especializado en opinión pública y comunicación política de la Universidad Simón Bolívar, prevé que se “incrementarán los ataques contra el ejercicio de la libertad de prensa, los periodistas y los dueños de medios de comunicación”, de cara al 2024, cuando están previstas elecciones presidenciales.
“Al final del día el chavismo quiere limpiar su imagen”, venida a menos tras la última reelección de Maduro en 2018, ampliamente rechazada por la comunidad internacional por considerarla fraudulenta.
“Y para limpiar su imagen”, continúa el experto, “necesitan imponer su narrativa (...) pero sin que existan voces disidentes dentro del país que puedan contradecirlo”.
Hernández cierra su programa, esta vez en el estudio. “Nos reencontraremos mañana en una nueva jornada de lucha por la opinión libre y la información transparente”, dice ante el micrófono. Se quita los audífonos y termina.
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