Calles cerradas y un largo congestionamiento de autos – que se extendía por unos dos kilómetros, en los alrededores del estadio FedexField, en Washington - anunciaban que algo grande estaba sucediendo.
La respuesta era obvia al ver a miles de personas vestidas por igual y caminando hacia un mismo lugar. Las camisas blancas que anunciaban en sus espaldas los nombres de Ronaldo y Kaká eran el denominador común.
Dos horas antes de que la fiesta deportiva se iniciara en la cancha, en los estacionamientos del estadio otra celebración ya jugaba su primer tiempo. Asados de carne, bebidas y un buen ambiente familiar y de amigos reinaban en el lugar.
Quince minutos antes de que el reloj marcara las 3 de la tarde fue el momento justo para emprender el camino hacia el lugar reservado. En los pasillos del estadio, la fiesta continuaba. Hispanos, estadounidenses, árabes, europeos, niños, mayores, todos parecían disfrutar a lo grande lo que aun no se había iniciado.
Y justo a tiempo, el momento esperado llegó. El Real Madrid salió a la cancha. Con bombos, trompetas, aplausos, gritos y más, el público recibió a sus estrellas. La barra brava también hizo lo suyo para defender al DC United, el equipo local.
El árbitro hizo sonar su silbato. El partido arrancó y la euforia de más de 73 mil fanáticos, creció.
Muchos ni siquiera entendían de fútbol. Como la mujer que estaba al lado mío. Ella llegó con un solo objetivo y lo cumplió. Pasó literalmente 45 minutos con sus binoculares (lentes de alto alcance) persiguiendo cada movimiento que hacia su estrella Cristiano Ronaldo. El lugar de la pelota parecía no interesarle. Las buenas jugadas, esperaba que alguien se las contara, Ronaldo era lo único que importaba para ella.
Y no la juzgo. Para mí, el partido también fue lo menos importante. El Real Madrid venció sin problemas al DC United, con dos goles de Higuain y uno del holandés Robben.
Pero, ¿a quién le importan los goles de un partido amistoso, cuando te encuentras a sólo unos metros de un grupo de súper estrellas mundiales? Jugadores a los que posiblemente nunca volveremos a tener a tan corta distancia.