Las estrechas relaciones que el gobierno de Daniel Ortega tiene con Irán podrían generar graves conflictos con Estados Unidos, especialmente si llega a darse algún tipo de cooperación nicaraguense a cualquier intento iraní por afectar a ciudadanos o intereses de Estados Unidos, afirman ex diplomáticos y comandantes guerrilleros ahora distanciados de Ortega.
Existe por lo menos un antecedente.
A uno de los detenidos tras el primer atentado dinamitero contras las Torres Gemelas de Nueva York en 1993, cuando se detonó una furgoneta cargada de explosivos en el estacionamiento subterráneo de los edificios, se le encontraron varios pasaportes nicaragüenses.
Una investigación del Buró Federal de Investigaciones (FBI) determinó que los pasaportes habían sido emitidos por el gobierno de Ortega en el período de transición, dos meses, durante los cuales se preparó la entrega del poder a la presidenta Violeta Barrios de Chamorro, entre febrero y abril de 1990.
Un ex funcionario del ministerio de Gobernación de esa época, quien pidió no ser identificado, explicó en entrevista con la VOA, que los agentes del FBI que llegaron a Nicaragua a rastrear el origen de los pasaportes encontrados al terrorista, escanearon y se llevaron copias de todos los expedientes de los pasaportes emitidos durante el período de transición de 1990 a ciudadanos árabes. Dice que, aunque no se les presentó ningún informe de los hallazgos, él entiende que pudieron haber sido hasta 2,500 pasaportes.
“Podría ser un problema la facilidad con la que le dan pasaportes a gente tóxica”, afirmó el ex canciller nicaragüense Norman Caldera. ”Podría ser que después se encuentre a iraníes con pasaportes nicaragüenses involucrados en alguna forma de actos terroristas”.
La relación de los sandinistas con grupos extremistas árabes data de finales de la década de los 1960, cuando la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ofreció entrenamiento militar a guerrilleros sandinistas en sus campamentos en el norte de África y el Medio Oriente.
Uno de los nicaragüenses que viajó para recibir entrenamiento de la OLP, terminó participando en un fallido intento de secuestro de un avión de pasajeros israelí en septiembre de1970, El joven nicaraguense se llamaba Patricio Arguello Ryan y murió en el intento de secuestro. Actualmente el complejo de edificios de la Alcaldía de Managua lleva su nombre.
Con Irán hay una relación especial. Ortega se ha referido a la revolución islámica de Irán en 1979, como “una revolución gemela” de la revolución popular sandinista, que logró su triunfo contra el gobierno de Anastasio Somoza Debayle, en el mismo año 1979.
Desde que la OLP brindó entrenamiento a los guerrilleros sandinistas, Ortega y otros dirigentes de la guerrilla nicaraguense, se identificaron con movimientos árabes por su agenda antinorteamericana. Ortega, en los años 1980, mantuvo dichas relaciones a pesar de la molestia que esto ocasionara al gobierno estadounidense de Ronald Reagan.
Uno de los ataques más frecuentes del presidente Reagan contra Ortega era su cercanía con figuras como el coronel libio Moammar Gaddafi, o Yasser Arafat, líder de la OLP.
Esa cercanía se mantuvo después que Ortega saliera del poder tras perder las elecciones de 1990 y se hicieron evidentes tan pronto el líder sandinista regresó a la presidencia en el 2007. Ortega nombró como su “secretario y asesor privado para asuntos internacionales” a Mohammed Lashtar, ciudadano libio nacionalizado nicaraguense, sobrino de Gaddafi y vinculado con los servicios libios de inteligencia.
Su presencia fue mencionada con preocupación por el entonces embajador estadounidense en Nicaragua, Paul Trivelli, quien lo nombró en varios cables diplomáticos que en el año 2011 fueron revelados por filtraciones del caso Wikileaks y publicados en el boletín nicaragüense, Confidencial.
Fue Trivelli quien mencionó en uno de sus cables el parentesco de Lashtar con Gaddafi, y expresó su preocupación por la presencia del libio en el círculo de Ortega. Trivelli, según Confidencial, realizó varias consultas a funcionarios de la Cancillería nicaraguense, incluyendo al entonces canciller Samuel Santos, sobre las razones del nombramiento.
“Un país pequeño como Nicaragua, sumido en una profunda crisis política y económica, debe buscar en sus relaciones internacionales algún tipo de beneficio económico o de alguna índole”, afirmó, en entrevista telefónica con la VOA, el ex comandante sandinista, Hugo Torres, general de brigada del Ejército en retiro y vicepresidente del Movimiento Renovador Sandinista, un partido al que se han sumado la mayoría de los comandantes de la revolución sandinista, por diferencias con Ortega.
“Ese no es el caso de las relaciones entre Ortega e Irán, que no han traído ningún beneficio a Nicaragua”, agregó el general Torres. “Ortega ha cultivado esta relación para irritar a Estados Unidos y fortalecer su presencia en el plano internacional en el marco que Daniel Ortega, en su locura política, cree es un escenario de izquierda o antiimperialista”.
Víctor Hugo Tinoco, un abogado que también participó en la revolución sandinista contra Somoza, y que llegó a ocupar el cargo de viceministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Ortega en los años 1980, considera que una posible fuente de conflicto con Estados Unidos podría ser el acuerdo migratorio con Irán que suprimió el requerimiento de visas de entrada a Nicaragua a los ciudadanos iraníes.
“Eso podría prestarse a problemas, en el caso que no haya suficientes controles, se podría filtrar por nuestro país gente que pretenda hacerle daño a los intereses de Estados Unidos o a ciudadanos de Estados Unidos”, expresó Tinoco. “Hay antecedentes de que alguna de la gente que participó en las acciones de las Torres Gemelas, pasaron por Nicaragua. Eso obviamente podría crearle tensiones adicionales a los Ortega con el gobierno norteamericano, y afectar al pueblo nicaragüense”.
Y es que según Torres, Tinoco y el ex canciller Caldera, hasta ahora no se ha visto ningún componente económico de las relaciones de Irán con Nicaragua, a pesar de que a Nicaragua llegó en visita oficial en julio pasado Mohammad Javad Zarif, canciller de Irán. Posteriormente hubo una visita del canciller nicaragüense Denis Moncada a Teherán. Le acompañó Laureano Ortega, hijo de Ortega y encargado de promover las inversiones en Nicaragua. Según el excanciller Caldera, no lograron nada ni en inversión, ni en cooperación.
Lo mismo opina el exvicecanciller Tinoco, quien dice “no vemos ninguna inversión económica. Asumimos que estas relaciones son básicamente políticas”.
Al conocerse la muerte del general iraní Qassem Soleimani, en un ataque aéreo estadounidense en Bagdad, Ortega no demoró en pronunciarse contra lo que calificó como “un acto terrorista”. En su declaración, Ortega no mencionó en ningún momento ni a Estados Unidos, ni al presidente Donald Trump.
“Aunque cuidó sus palabras, calificó el hecho como “un acto terrorista”, dijo el general Torres, “y al calificar el acto como terrorista, le estás diciendo terrorista al que lo ejecutó”.
Añadió que es “desafortunado y grave para los intereses de Nicaragua ese posicionamiento de Ortega con el régimen iraní, desde antes, y ahora con este mensaje enviado donde básicamente dice que todo aquello que huela a antiimperialista es bienvenido, sin medir los riesgos para Nicaragua”.