Una enorme nube de polvo del Sahara llegó el martes a zonas del Caribe y sigue avanzando hacia el oeste, donde impactará a Estados Unidos, México y Centroamérica.
El fenómeno ocurre todos los años durante el verano, cuando los fuertes vientos cálidos sobre el desierto del Sahara, en África, levantan arena y la transportan miles de millas sobre el Océano Atlántico hacia las Américas, pero esta vez la nube es la más densa registrada en los últimos 50 años.
La nube llegó al este del Caribe el fin de semana y el martes afectaba La Española, Jamaica, Puerto Rico y el este de Cuba.
Generalmente, el polvo produce amaneceres y atardeceres más coloridos de lo normal. Esta vez, el cielo azul del Caribe se ha convertido en una densa bruma que reduce la visibilidad y los meteorólogos advierten que la calidad del aire alcanzará niveles poco saludables.
El polvo puede causar problemas a las personas con enfermedades respiratorias crónicas, como el asma, y las autoridades de salud han advertido que especialmente a los adultos mayores, las mujeres embarazadas y los niños deben usar mascarillas o un pañuelo de tela húmedo para cubrir la nariz y la boca.
En Centroamérica, los gobiernos de El Salvador y Panamá alertaron que la nube podría agravar la situación de las personas afectadas por la COVID-19.
“El polvo del Sahara, que se aproxima a nuestro país, puede generar afecciones respiratorias que pudieran confundirse con el COVID-19, pero también, pudiera agravar un cuatro existente de COVID-19”, escribió en un tuit el presidente salvadoreño Nayib Bukele.
La nueva amenaza llega a El Salvador en momentos en que el país enfrenta la fase tres de la pandemia y cuando se registran 2.973 casos confirmados y 113 muertes por el coronavirus.
En México, las autoridades recomendaron precauciones similares, aunque dijeron que “el polvo del Sahara no representa un peligro para la población”.
No todo es negativo, sin embargo, con el polvo del Sahara. Según la NASA, el fenómeno "ayuda a ampliar las playas en el Caribe y fertiliza los suelos en el Amazonas".
También reduce el desarrollo de las tormentas de la temporada de huracanes del Atlántico debido a las condiciones seca asociadas con la masa de polvo que se desplaza por el océano.