El avance del nuevo coronavirus en Brasil está convirtiendo al mayor país latinoamericano en el nuevo foco de la enfermedad en la región, mientras sus vecinos comienzan a temer que las medidas insuficientes tomadas por el gobierno permitan que una nueva ola de contagios entre por sus fronteras.
Brasil, que comparte fronteras con casi todos los países de Sudamérica, ha confirmado más de 78.000 contagios y más de 5.400 decesos, según los datos del gobierno y el conteo la Universidad Johns Hopkins.
Sin embargo, sus límites siguen abiertos, sin cuarentenas ni limitaciones, y el presidente, Jair Bolsonaro, sigue negando la gravedad de la pandemia.
La acelerada tasa de mortalidad por el virus en Brasil es la más preocupante de todas las naciones emergentes, dijeron el miércoles analistas del Deutsche Bank a sus clientes.
También hay sospechas de que la cifra real de infectados y muertes sea mayor de la anunciada, debido al número limitado de pruebas de detección.
La agencia Reuters reportó este jueves que en la ciudad de Manaos, en el noreste del país, los cadáveres de muertos por coronavirus se han acumulado al punto de que el principal cementerio está sepultando los ataúdes de cinco en cinco en fosas colectivas y que pronto se quedarán sin ataúdes.
En Río de Janeiro, los cementerios han acelerado la construcción de bóvedas sobre el terreno para los nuevos fallecidos que llegan.
Mientras tanto, Bolsonaro, quien ha descrito al COVID-19 como “una gripecita”, se resiste a reconocer el peligro y aboga por la continuidad de las actividades comerciales, lo que lo ha puesto en litigio con los gobernadores de los estados brasileños.
Cuando el país superó esta semana a China en el número de muertes por coronavirus, Bolsonaro se limitó a decir: “¿Y qué?”.
“Lo siento”, expresó a los reporteros, “¿Qué quieren que haga?”.
Bolsonaro, quien defiende la vuelta inmediata a la normalidad y el fin de las cuarentenas, responsabilizó el miércoles a los gobernadores y alcaldes del país por adoptar medidas de aislamiento.
Los vecinos de Brasil han comenzado a tomar medidas para protegerse, a pesar de que muchos ya tienen cerradas sus fronteras, pero aún reciben tráfico de camioneros y otros movimientos esenciales.
Incluso en Estados Unidos hay preocupación por Brasil.
En la Florida, donde hay una gran población de ascendencia brasileña, se teme que podría haber una amenaza de pasajeros procedentes de Brasil infectados de coronavirus, dijo el gobernador Ron DeSantis al presidente Donald Trump en Washington el martes.