El más reciente intento de ataque, en Bangkok, no dejó muertos o heridos, pero sí causó pánico entre la población sacudida, menos de 24 horas antes, por otra explosión mortal, en el centro turístico de la ciudad.
El último incidente tuvo lugar en un embarcadero de lanchas donde una granada fue lanzada desde un puente, pero detonó en el agua.
El primer ministro tailandés, Prayut Chan-O-Cha, describió el ataque como el “peor atentado” cometido en Tailandia.
“Es evidente que hay individuos o grupos que tienen la intención de dañar a Tailandia, que pueden estar persiguiendo fines políticos o tienen intenciones de dañar la economía y el turismo", dijo el jefe del gobierno y prometió llevar a los responsables ante la justicia.
Las autoridades dieron a conocer un video de seguridad en el que dicen se ve al sospechoso del primer atentado dejando una mochila en el santuario de Erawan, poco antes de la explosión que dejó un saldo de más de 20 muertos, la mitad de ellos extranjeros.
Entre tanto, los efectos negativos sobre la economía ya son evidentes. La moneda Tailandesa cayó a su nivel más bajo en seis años y las agencias de turismo han tenido que cancelar cientos de reservaciones. El gobierno de Hong Kong emitió una “alerta roja" para evitar viajes no esenciales a Tailandia.
Tanakit Sinsuwong, que perdió a su abuela en la explosión del lunes, le dijo a la agencia de noticias Reuters que teme que los atentados mantengan alejados a los turistas.
“No deben hacer esto en nuestro país. Las personas inocentes no deben ser víctimas. Nadie va a querer venir a Tailandia”, expresó el joven de 24 años.