I Left My Heart in San Francisco, The Way You Look Tonight o Body and Soul son algunas de las canciones que quedarán en la memoria colectiva de toda una generación que acaba de perder a uno de los iconos más emblemáticos del siglo XX. Tony Bennett murió este viernes 21 de julio a los 96 años en su casa de Nueva York.
Un cantante que supo renovarse y adaptarse a los tiempos de acuerdo a las tendencias musicales. Ha trabajado con grandes artistas como Aretha Franklin, Amy Winehouse o Lady Gaga. También con Frank Sinatra, quién una vez admitió que Bennett era “el mejor cantante del mundo del espectáculo”.
El artista mundialmente conocido siempre destacó el talento de Tony Bennett por encima de los demás, por su destreza y su capacidad artística para crear unos temas que ahora ya son parte de la historia de Estados Unidos.
Creció escuchando a Sinatra y a otros
Había crecido mirando a Sinatra, a Ella Fitzgerald y a Nat King Cole soñando con poder interpretar con el talento que lo hacían sus ídolos. Y lo logró.
Ganador de 20 premios Grammy -uno de ellos a su trayectoria- lo avalan como uno de los principales cantantes de una era. Era consciente del legado que dejaría a las próximas generaciones gracias a su arte, pero él le quitaba hierro siempre que se le preguntaba.
Su relación con la cultura latina
Hace una década, su disquera le propuse hacer un disco recopilatorio de grandes éxitos junto a artistas latinos. No sé lo pensó dos veces y aceptó. “Quedé muy contento con el resultado, porque me di cuenta de que todos los artistas habían puesto su alma, y de que nunca pasaría de moda, que siempre sonaría bien”, explicaba Bennett en una entrevista concedida por aquel entonces.
Marc Anthony, Gloria Estefan, Dani Martín, Romeo Santos, Franco De Vita o Vicente Fernández fueron algunos de los nombres que participaron en ese álbum titulado “Viva Duets”.
“Lo que adoro de todos los artistas con los que canté es que todos ellos creen en lo que yo creo, en el sentimiento y el significado de lo que están cantando, ya que eso es lo que hace que el disco no se quede obsoleto, que quieras escucharlo de nuevo”, agregaba al respecto.
Este trabajo discográfico también le sirvió para conocer mejor la cultura hispana en Estados Unidos, la minoría más grande del país.
“Me arrepiento de no hablar español”, decía
“De lo único de lo que me arrepiento es de no hablar español”, aseguraba. Tampoco sabía hablar italiano, a pesar de tener ascendencia italiana. Sus familiares, cuando era joven, le aconsejaron que no la aprendiera para evitar que lo hablara en público, ya que si lo hacía tendría muchas dificultades para encontrar trabajo en Estados Unidos.
“Pero ahora es tan maravilloso que los niños puedan aprender idiomas en la escuela. Eso les beneficia”, decía emocionado como si estuviera empezando de nuevo su carrera artística.
Siempre recordaba sus inicios “en cabarés y en salones muy pequeños” hasta que le llegó la oportunidad de hacerlo en el Metropolitan Opera House de Nueva York. “Fue el momento más grande de toda mi vida, no lo olvidaré, fue como escalar el Everest”, decía.
La pintura era su pasión oculta. Seguramente era la manera que utilizaba para evadirse del mundo y encontrar la inspiración para seguir creando temas musicales. Explicaba que pintaba diariamente, pensando en la naturaleza que observaba desde la ventana de su estudio con vistas a Central Park, en Manhattan. Lo siguió haciendo hasta hace unos años, cuando le diagnosticaron Alzheimer en 2016.
El consejo de un grande de la música
Se va una de las principales voces de la cultura estadounidense del siglo XX. Dejará un legado musical para las próximas generaciones, a las que también les dedicaba un mensaje siempre que podía.
Les aconsejaba que cantaran “canciones inteligentes, que nunca insulten a la audiencia y que la respeten” porque, en su opinión, esa “es la única manera de tener una carrera larga”.
“Los que se quieran dedicar a esto tienen que ir a las escuelas de música y estudiar con buenos maestros. Es la forma tradicional de hacerlo y es la correcta. Si lo único que quieres es hacer algo rápido para ganar dinero, te olvidarán enseguida”, zanjó.
Era el consejo de un sabio, de un conocedor de la música, que desde su privilegiada posición que le había dado la experiencia en el mundo artístico se permitía el lujo de dar a los jóvenes que querían dedicarse a “esto del entretenimiento”.
Aseguraba que “si volviera a nacer, haría lo mismo”, porque no sabría dedicarse a otra cosa que no fuera la música. Y tomando las palabras del pensador Confucio, que decía que si elegías un trabajo que te gustara no ibas a trabajar el resto de tu vida, admitía que él no había trabajado “ni un solo día”. Tenía razón. Había estado haciendo lo que más le apasionaba en este mundo.
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