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Maduro gana segundo mandato: "Me subestimaron"


El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, rodeado de partidarios pronuncia un discurso de victoria tras ser declarado ganador de las elecciones del domingo 20 de mayo de 2018.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, rodeado de partidarios pronuncia un discurso de victoria tras ser declarado ganador de las elecciones del domingo 20 de mayo de 2018.

El líder venezolano de izquierda, Nicolás Maduro ganó un nuevo mandato de seis años el domingo, pero sus principales rivales rechazaron las elecciones alegando masivas irregularidades en un proceso que los críticos calificaron como una farsa para mantener una dictadura.

La victoria para el ex chofer de autobús de 55 años, quien reemplazó a
Hugo Chávez después de su muerte por cáncer en 2013, puede desencadenar una nueva ronda de sanciones occidentales contra el gobierno socialista que lidia con una ruinosa crisis económica.

El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump ha amenazado tomar medidas contra el sector petrolero ya tambaleante de Venezuela.

El Consejo Electoral de Venezuela (CNE), dirigido por los leales de Maduro, anunció que el mandatario recibió 5,8 millones de votos, frente a 1,8 millones para su más cercano rival Henri Falcon, un ex gobernador que rompió un boicot de la oposición para ponerse participar en los comicios.

"Me subestimaron", dijo Maduro a sus entusiastas simpatizantes que lo acompañaron en un escenario fuera de su palacio presidencial de Miraflores en el centro de Caracas en medio de fuegos artificiales y una lluvia de confeti.

Nicolás Maduro: "El pueblo dio una lección"
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La participación en las elecciones fue solo del 46.1 por ciento, dijo el CNE, muy por debajo del 80 por ciento registrado en el último
voto presidencial en 2013.

La oposición dijo que esa cifra era inflada, poniendo la participación en cerca del 30 por ciento.

"El proceso indudablemente carece de legitimidad y, como tal, no lo reconozco ", dijo abatido Falcon, un ex-gobernador estatal de 56 años.

Maduro había dado la bienvenida a la candidatura de Falcon, que dio
la legitimidad a un proceso que críticos tanto en la nación como en todo el mundo habían condenado de antemano como la "coronación" de un dictador.

El rápido rechazo de Falcon a las elecciones del domingo y el llamado a
una nueva votación, por lo tanto, fue un golpe a la estrategia del gobierno.

Los abstencionistas de la oposición lo vieron como una reivindicación de su decisión.

Falcon, un ex miembro del Partido Socialista que se unió a la oposición en 2010, dijo que estaba indignado por la colocación por parte del gobierno de casi 13,000 puestos pro-gubernamentales llamados "puntos rojos" cerca de los centros de votación en todo el país.

Puntos Rojos, comida a cambio del voto
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A los venezolanos pobres se les pidió que -después de votar- escanearan en carpas rojas cerca de los centros de votación, los "Carnets de la Patria" expedidos por el estado, con la esperanza de recibir un "premio" prometido por Maduro, que según los oponentes era similar a la compra de votos.

Las "Carnets de la Patria" son necesarios para recibir beneficios como cajas de comida y transferencias de dinero.

Un tercer candidato presidencial, el pastor evangélico Javier Bertucci, siguió a Falcon en la denuncia de irregularidades durante el voto del domingo y convocatoria de nuevas elecciones.

A pesar de su impopularidad por una crisis económica nacional, Maduro se benefició el domingo no solo del boicot de la oposición sino también de la inhabilitación a sus dos rivales más populares y el uso liberal de los recursos del estado en su campaña.

Protestas alrededor del mundo

Muchos venezolanos están desilusionados y enojados por la elección: critican a Maduro por las dificultades económicas y a la oposición por sus divisiones disfuncionales.

Tras cinco años de recesión, la caída de la producción de petróleo y las sanciones de Estados Unidos, Venezuela está viendo crecer niveles de desnutrición e hiperinflación y emigración masiva.

Los migrantes venezolanos protagonizaron pequeñas protestas contra Maduro en ciudades desde Madrid a Miami.

En la ciudad montañosa de San Cristobal cerca de Colombia, tres muñecas de tela que representaban a funcionarios ampliamente odiados - la jefe del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena; el número dos del Partido Socialista, Diosdado Cabello y el Vicepresidente Tareck El Aissami - fueron colgados de un puente peatonal.

Pero las calles estaban tranquilas, con niños jugando al fútbol en una
carretera en San Cristóbal bloqueada en pasadas elecciones para acomodar largas filas de votantes.

Para muchos venezolanos, el domingo fue un día para buscar escasa comida o abastecerse de agua, que es cada vez más escasa debido a años de falta de inversión.

Con las elecciones detrás de él, Maduro puede elegir profundizar la purga de críticos dentro del "Chavismo", el movimiento gobernante. Se enfrenta a una tarea hercúlea para revivir la moribunda economía, con la moneda "el bolívar" habiendo perdido un 99 por ciento de su valor en el pasado año y la inflación a un 14,000 por ciento anual, de acuerdo con la Asamblea Nacional.

Con información de Reuters

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