Los hospitales eran hasta ahora uno de los pocos sitios donde la ciudadanía se veía un tanto a salvo de la ola de violencia que sacude a Venezuela, pero tampoco ya son lugares seguros.
Lo confirma el asesinato de la estudiante de medicina Elialberth Uzcátegui, de 24 años, quien murió el 21 de agosto luego de ser herida de bala por unos asaltantes que intentaron robarle cuando salía de su guardia nocturna en Valencia.
También el tiroteo registrado en el hospital capitalino Domingo Luciani, uno de los más grandes del país, cuando la Guardia Nacional tuvo que ir al centro clínico para detener a los autores de una balacera y evitar consecuencias mayores.
Ambos hechos han originado conmoción en el país. y muchos doctores como el médico anestesiólogo Eduardo Morillo se sienten extremadamente alarmados por la criminalidad imperante en todas partes de Venezuela
Morillo declaró a la agencia de noticias AP que él y muchos de sus compañeros han tenido que limitar la cantidad de dinero en efectivo que llevan encima, no ir en auto al centro de trabajo y quedarse a dormir en los hospitales para no salir a la calle luego de sus guardias nocturnas.
Según el Observatorio Venezolano de Violencia, entre 1998 y el 2010 la tasa de homicidios en el país aumentó de 19 a 57 por cada 100.000 habitantes, y este año podría haber una cifra récord de 19.000 homicidios, lo que significaría una tasa de 60 por cada 100.000 habitantes.
Una organización con sede en Bruselas especializada en la prevención de conflictos, International Crisis Group, dijo en un estudio que los venezolanos no confían en las autoridades y que bajo el gobierno de Chávez las instituciones policiales se debilitaron. "El resultado obvio ha sido corrupción, impunidad e ineficiencia", concluyó.
El estudio puso de relieve cómo el propio ministro de Justicia venezolano admitió en 2009 que la policía estaba involucrada en el 15 o 20 por ciento de los delitos cometidos en el país.
El ultimo fin de semana, sólo en el estado Zulia, se registraron 12 muertes violentas, una de ellas la de un frutero de 35 años de edad que salía de su casa al oeste de Maracaibo rumbo al trabajo cuando varios sujetos lo asaltaron y lo mataron a tiros.