Nicolás Maduro y su oposición tenían prevista este año una batalla electoral para, por lo menos, renovar el Parlamento. La pandemia y el confinamiento social en el país parecen haber atascado la cita, según analistas.
El período de la Asamblea Nacional, de cinco años, vence en enero de 2020 y, en Venezuela, se espera que tales comicios ocurran a finales de año. El mismo presidente en disputa, Nicolás Maduro, reflotó la urgencia de esas elecciones hace dos semanas.
“Presenten sus candidatos, vayamos a la elección de la Asamblea Nacional y el asunto de los venezolanos lo resolvemos con el voto popular, en las urnas electorales, el día de las elecciones”, dijo, al ofrecer uno de los reportes diarios sobre la COVID-19.
Juan Guaidó, mandatario interino y del Parlamento, exige la celebración no solo de sufragios legislativos, sino de renovación de la Presidencia de la República.
Cualquiera sea el caso, la opción electoral está en vilo, concluye Félix Seijas, director de la firma encuestadora Delphos. El analista valora que la realización de elecciones en Venezuela está atada al desempeño madurista ante el nuevo coronavirus.
Para él, la variable más determinante sobre el presagio de si habrá o no sufragios es cuán bien o mal valorado saldrá el oficialismo de la pandemia.
Seijas anticipa que el gobierno en disputa sí pulsará el botón de activación del proceso electoral de renovación del Parlamento ante un panorama favorable, donde no haya mayor alarma, registros elevados de contagios ni colapsos sanitarios.
“Si hay la noción de que tienen todo bajo control, el gobierno consolidará sus filas y el ánimo opositor lo voltea. En cambio, si esto se complica, si se dispara el contagio, nos olvidamos de elecciones. En un escenario negativo, el gobierno no las terminaría haciendo”, declara en conversación con la Voz de América.
La frustración de una operación mercenaria contra Maduro, la persecución a partidos opositores como Voluntad Popular y la amenaza de cárcel a Juan Guaidó pueden allanar el camino para que el madurismo procure elecciones con todo a favor, dice.
“Si saca del juego a Guaidó, con una oposición quizá dividida, el gobierno tiene luz verde para hacer unas elecciones y ganarlas sin hacer mucho”, afirma.
Complicaciones y tranca
El profesor de la Universidad de la Central de Venezuela se pregunta sobre la vigorosidad de la presión internacional a Maduro una vez controlada la pandemia.
Prevé que expedientes como el venezolano puedan quedar al margen ante las complicaciones internas de la COVID-19 en cada país, incluido Estados Unidos.
“Si las cosas se le complican, veo muy difícil que tengamos elecciones este año. Se van a trancar mucho las cosas”, expresa.
Seijas menciona otro par de variables de las que dependerá la celebración de elecciones en Venezuela. Una guarda relación con la capacidad técnica y operativa.
Una semana antes de la declaratoria de cuarentena en el país, en marzo, hubo un voraz incendio en los depósitos donde el Consejo Nacional Electoral (CNE) resguarda las máquinas de votación, las maletas en las que las trasladan y sus baterías de soporte.
Entonces, se dañaron 49.000 máquinas e igual número de captadores de huellas. El madurismo describió el incendio como un sabotaje a las elecciones de este año.
“El CNE está bastante desmantelado (por la diáspora). Su fuerza laboral, ¿cómo la reponen? Pareciera apurado hacer elecciones este mismo año”, comenta.
Otra dimensión que sugiere es la sanitaria. Cita reportes internacionales que identifican al menos 40 puntos de posibilidad de contagio en un evento electoral.
Anticipa, entonces, que el madurismo puede malear la ubicación de centros de votación a su favor aludiendo razones sanitarias.
Seijas descarta de plano la realización de elecciones presidenciales, como exige la plataforma de Guaidó. “La probabilidad es muy, pero muy baja, próxima a cero”, dice.
Solo sucederían, matiza luego, "si ocurre un colapso del bloque de poder”. Y se realizarían, a su entender, no este año, sino en los primeros meses de 2021.
Proceso estancado
Ni el gobierno madurista ni sus detractores están preparados para un combate electoral durante o luego de la pandemia, opina Gustavo Adolfo Soto, politólogo de la universidad venezolana Rafael Urdaneta.
“La coyuntura política y la económica están totalmente deprimidas. No es conveniente para ninguno de los factores ir a una elección de cualquier ámbito. Las elecciones son inviables”, comenta a la Voz de América.
Soto observa la desatención social y considera que el venezolano promedio no observa mesías ni salvadores entre las ofertas electorales actuales.
El elector común, interpreta, está más interesado en su supervivencia mientras perciben que los actores políticos tratan a Venezuela como a una “piñata”.
La posibilidad de elecciones, insiste, no despierta hoy la misma ola de motivación en los votantes y en los partidos que como ocurría antes del Gran Confinamiento.
“El madurismo está totalmente disgregado. Tiene una postura de supervivencia del día a día. Las estructuras políticas del Partido Socialista Unido de Venezuela no tienen ningún interés de una salida electoral. Eso está descartado”, dice, tajante.
La oposición, según Soto, tampoco tiene la capacidad para “concientizar el voto” en un inminente escenario electoral.
Recuerda que la Ley de Procesos Electorales de Venezuela contempla un plazo no menor de seis meses para la convocatoria, organización y realización de elecciones.
Soto estima que las diligencias para reactivar el sistema electoral venezolano están “estancadas” tanto por la pandemia como por el siniestro de marzo.
"Control absoluto"
La directora de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad del Zulia, María Elena Romero, advierte que la oposición venezolana ha quedado en un “muy bajo nivel” en los meses recientes para encarar un proceso comicial este año.
La pandemia y el desenlace del llamado “Macutazo” del 3 y el 4 de mayo, en el que el madurismo dijo haber arrestado o matado a decenas de rebeldes que intentarían una operación armada contra el presidente en disputa, son las razones, acota.
“La declaratoria de pandemia y las medidas de cuarentena tomadas por el régimen de Maduro, ubicaron claramente quién o quiénes tienen el poder para tomar decisiones de gran alcance en Venezuela”, señala la docente e investigadora universitaria.
La operación mercenaria frustrada, opina, dejó a su vez un “espacio amplísimo de confusión, duda y mucha desconfianza” en el accionar del liderazgo opositor.
Romero también apunta a los conflictos internos en la Asamblea Nacional, incluidas las acusaciones de manejos poco claros de los fondos disponibles del interinato.
“El resultado es la desmovilización, la desesperanza y la desconfianza de una sociedad que entregó en el año 2015 a sus líderes políticos de oposición las llaves de un país agónico, para su rescate”, observa.
El madurismo, considera, tendría “el control absoluto” de una elección y podría determinar quiénes serán los candidatos, qué partidos podrán participar y hasta forzar la renovación de un poder comicial mediante la oficialista Asamblea Constituyente.
“El régimen de Maduro está en clara ventaja electoral, no importa si vayan muchos o pocos a votar. Ellos movilizarían un caudal bajo (de votantes), pero a sabiendas de la desmovilización del electorado opositor”, diagnostica.
El colapso de los servicios públicos durante la pandemia podría despertar una ola motivadora a la participación electoral en contra del madurismo, añade.
“Hay hambre, hay enfermedades, no hay productividad, hay desempleo, no hay luz, no hay gasolina, no hay agua, no hay seguridad, no hay igualdad en procesos educativos. En fin, son razones suficientes para motivar participación”, declara.
Prevé que el venezolano “post pandemia” será un ciudadano “más exigente, reconocedor del engaño y más necesitado de bienes esenciales”, lo que será determinante para la reestructuración de las estrategias de Guaidó y sus aliados.