Una embarcación de 264 metros de largo usada como almacenamiento en el mar para carga de buques petroleros se encuentra anclada desde el pasado 16 de octubre en el Golfo de Paria, en aguas venezolanas próximas a Trinidad y Tobago, con una carga de 1,3 millones de barriles de petróleo.
El Nabarima, buque de Petrosucre, una empresa mixta entre la estatal petrolera Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la italiana “Eni”, está paralizado desde principios de 2019, cuando las sanciones de Estados Unidos contra el gobierno en disputa venezolano detuvieron la venta de petróleo a su principal comprador, Citgo.
Varias semanas después, una organización ambientalista difundió fotos del navío escorado varios metros, lo que despertó preocupación, pero no para PDVSA que negó que el estado del buque pudiera “representar una amenaza para el ecosistema” .
Eudis Girot, director ejecutivo de la Federación Unitaria de Trabajadores de Petróleos de Venezuela (FUTPV), ratificó a la Voz de América que desde agosto pasado los trabajadores hicieron un llamado por video sobre el peligro de la nave inclinada.
Según Girot, la sala de máquinas está presentando fallas y los generadores eléctricos no se encuentran completamente operativos lo que impide el normal desempeño de las actividades del buque.
“De hacerse el mantenimiento que requiere pudiera producirse una catástrofe y de ser derramado el petróleo que lleva a su carga, afectaría a todas las costas venezolanas, perjudicando a países del Caribe como Trinidad y Tobago por las afluencias de las corrientes que se presentan en estos mares. Sería una verdadera catástrofe”, dijo Girot.
LA FUTPV considera que la situación del Nabarima es la “crónica de una muerte anunciada”. Sienten que el tanquero está abandonado y ahora toda Venezuela y el mundo está viendo las consecuencias de no haberle hecho un mantenimiento preventivo al tranquero.
A pesar de estar estabilizado en estos momentos , Girot dijo que la única solución rápida y segura sería extraer el petróleo hacia otros tranqueros para evitar el riesgo de derrame del crudo.
“El Nabarima es consecuencia de la destrucción y el abandono en el que se encuentra Petróleos de Venezuela”, sentenció.
En este sentido, el biólogo venezolano Carlos Peláez sostiene que todo parece indicar que podría suceder el mayor desastre petrolero de la historia de la región, porque además de la cantidad enorme de crudo, los modelos de distribución en base a las corrientes de la región parecen indicar la posibilidad de que eso primero afecte los ecosistemas marino y costero del golfo de Paria, una zona de altísima biodiversidad producto de la confluencia de las aguas del Orinoco y el océano Atlántico.
El crudo además, explica, puede salir empujado por la corriente por el estrecho entre Paria y Trinidad y quedar esparcido rápidamente por todo el Caribe.
Peláez dijo que el petróleo en estos ecosistemas tiene varias implicaciones. La más evidente es la paralización de los organismos: aves marinas, peces, invertebrados. Les impide moverse, los intoxica y les causa la muerte.
En segunda instancia, el crudo que cubre la superficie impide la oxigenación del agua, creando zonas anoxicas que causan mortandades, sobre todo en lugares llanos y con poco oleaje. Y el tercer efecto es que los hidrocarburos más pesados precipitan y se incorporan al ecosistema del fondo marino o de la columna de agua donde pueden tener efectos sobre la fauna y flora que los empieza a consumir.
“Estos efectos van desde intoxicación, problemas de desarrollo, disminución de las tasas reproductivas y problemas nutricionales cuando los aceites taponan los sistemas digestivos. Es difícil cuantificar a priori, pero mientras más volumen, peor es el efecto. El efecto también tiene que ver con la naturaleza y tipo del hidrocarburo, si es más pesado, mas viscoso, o si tiene muchos compuestos alifáticos”, agregó.
El pasado 16 de octubre, la embajada de EE.UU. en Trinidad y Tobago emitió un comunicado en el que dijo que apoya “acciones inmediatas para que el Nabarima cumpla con los estándares internacionales de seguridad y evitar posibles daños ambientales”. El programa de sanciones a Venezuela “no está diseñado para enfocarse en actividades que abordan preocupaciones de seguridad, ambientales o humanitarias”.
“PDVSA tiene una responsabilidad de tomar acción para evitar un desastre ambiental en aguas venezolanas”, indica el texto.
También la Comisión de Ambiente, Recursos Naturales y Cambio Climático de la Asamblea Nacional reiteró el llamado público que hizo el pasado 13 de agosto de alerta de riesgo de derrame petrolero en el Golfo de Paria.