Las remesas se han convertido en una de las fuentes de ingreso más importantes en Venezuela, únicamente superada por las entradas generadas por las exportaciones petroleras, algo que históricamente no ocurría en el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo.
Es parte de la crisis severa que atraviesa la nación en todos los órdenes, lo que se ha visto agravado por el impacto global que ha dejado la pandemia de coronavirus y de la que no escapa Venezuela.
“A efectos prácticos, la estructura económica venezolana se está asemejando a la de algunos países de Centroamérica, en la que el componente de remesas se convierte en una pieza vital del dinero que tiene disponible, explicó a la Voz de América Giorgio Cunto, economista investigador de la firma Ecoanalítica.
Cunto afirma que “dicho en términos un poco más francos, Venezuela se está convirtiendo un país tan improductivo que tiene que ser mantenido desde el exterior”.
De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, “la pandemia habría ocasionado la caída más pronunciada de la historia moderna a escala global y Venezuela no es la excepción”. El economista dijo a la VOA que antes del coronavirus, Venezuela recibía alrededor de 4.000 millones de dólares por concepto de remesas o transferencias.
Explicó además que a raíz de la pandemia, la capacidad de los venezolanos de enviar dinero desde el exterior se limitó “ya sea porque perdieron sus trabajos, necesitaron ese dinero para poder subsistir o porque canales de transferencia se vieron cerrados”.
“Redujimos nuestras estimaciones y proyectamos que para fin de año Venezuela habría recibido alrededor de 1.548 millones de dólares por concepto de remesas. Si lo comparamos con las cifras del 2019, que fueron alrededor de 3.500 millones, esto sería una caída del 55.8%”, señaló Cunto.
“Las remesas se redujeron a la mitad en un entorno en lo que la economía venezolana se sigue contrayendo, esto es un golpe muy duro para los flujos de divisas que necesita el país”, dijo el economista.
En este sentido, se agrava el “empobrecimiento en Venezuela”, pues los hogares que dependen de remesas “se encuentran con una restricción financiera mucho más pronunciada”, a la vez que la economía venezolana “se está contrayendo a un ritmo mucho más acelerado que en el resto de la región”.
Jesús Casique, director de Capital Market Finace, coincide en que la situación es un “latigazo muy duro para el bolsillo del venezolano”.
“Esto va a afectar a la familia venezolana, porque para un gasto de una familia venezolana se requieren aproximadamente 750 dólares mensuales, con el efecto de la pandemia, llegar a esos niveles (…) es muy difícil que una persona pueda enviar recursos por este monto a Venezuela”, explicó.
Montos insuficientes
Cunto dijo que los montos de transferencias son “muy heterogéneos” y dependen de las “condiciones del origen”.
“Los montos promedios tienden a ser insuficientes como para cubrir lo que en Ecoanalítica denominamos la canasta óptima o una combinación de bienes y servicios que serían consumidos por una familia normal en economías normales”, resalta el investigador.
Una situación que confirma Luis Cano, coordinador de la Intersectorial de Jubilados y Pensionados, quien forma parte del 9,1% de los jubilados reciben apoyo de familiares en el exterior, según una encuesta de la organización que representa.
“Le puedo decir con toda honestidad que tampoco me alcanza porque estamos en una situación muy crítica (…) yo recibo 20 y 30 dólares, pero no son todos los meses, es cuando mis familiares allá me lo pueden hacer. Ese monto varía dependiendo de cómo esté el dólar en ese momento, de cómo esté el cambio y me lo depositan en mi cuenta bancaria”, dijo Cano.
Según la Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida, un proyecto de tres de las universidades más importantes del país que surgió después de que dejaron de presentarse estadísticas oficiales sobre la realidad social, actualmente un 30% de los hogares venezolanos recibe remesas, una cifra muy por encima del 8% registrado en 2017.