Enfrentamientos con piedras, golpizas entre activistas y denuncias de coacción para votar fueron algunas de las incidencias reportadas durante las elecciones primarias del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que tuvieron lugar el domingo y en las que, de acuerdo con el balance oficial, participaron 3,5 millones de ciudadanos.
"Fue un éxito total. Mucha juventud presente en los centros de votación. ¡Victoria total!", exclamó el presidente Nicolás Maduro, vía telefónica, al concluir el proceso.
La consulta buscaba seleccionar a los candidatos que el chavismo postulará a 23 gobernaciones y 335 alcaldías para los comicios regionales del 21 de noviembre. Sin embargo, en opinión del politólogo, con maestría en psicología social, Nicmer Evans, la contienda fue "una medición de fuerzas donde -de manera evidente- el madurismo salió absolutamente victorioso".
Evans militó en el chavismo hasta 2013 y apunta que desde la muerte del expresidente Hugo Chávez, Maduro ha ido desplazando a las otras figuras oficialistas que podrían aspirar al poder.
"Uno a uno los ha ido aislando, los ha ido exterminando, arrinconando o les ha ido demostrando que no son ellos los herederos de Chávez", sostiene Evans.
El actual vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, es uno de los líderes que se mantiene, a pesar de que, a juicio de Evans, ha perdido peso en estamentos clave como el partido y la Fuerza Armada Nacional.
"Maduro sabe que ha dependido de Diosdado en muchas ocasiones, pero la tendencia de Maduro es hegemónica, no sólo en el país, sino a lo interno del chavismo; sin embargo, es Diosdado un tipo habilidoso para sobrevivir y ha demostrado que se subordina a Maduro en los intereses estratégicos de la preservación del poder. Ese es el elemento que amalgama a estas dos corrientes. Diosdado, a pesar de que el domingo fue derrotado, no deja de demostrar que tiene aún un tercio del control del partido. Maduro avanza cada vez más demostrándole a Diosdado que está perdiendo espacios", señala el politólogo.
En este punto coincide Indira Urbaneja, activista política, articulista y quien dejó las filas del chavismo en 2007. "Las diferencias dentro de un partido son naturales. Ahora, de allí a que Maduro y Diosdado viven cada uno con un cuchillo todos los días tratando de picarse en pedacitos, eso no existe. Ellos están comprometidos. Y eso les obliga a marchar unidos en el mismo sentido, a pesar de que puedan tener diferencias", afirma.
Urbaneja destaca, además, que las primarias dejaron al descubierto cómo está el chavismo internamente. "En tiempos de Chávez claro que existían diferencias, pero nunca se llegó a los niveles que pudimos presenciar en estos días de abuso de poder, pugna entre los candidatos, pelea entre la militancia. El malestar principal sigue siendo que la base quiere expresarse", indica.
Pero una victoria el domingo no es suficiente para hacerse con la candidatura del partido rojo. Al menos ocho de los ganadores van a revisión, porque no alcanzaron un mínimo de 40% de los votos, con 10 puntos de diferencia sobre su más cercano competidor. La última palabra la tendrá la directiva.
"Eso lo van a decidir conforme a los criterios que la cúpula del PSUV necesite establecer, que pueden ser por temas de conveniencia interna, por conveniencia de poder o de ajedrez político, porque, a pesar de que el PSUV siempre quiere ganar todo, también les conviene que se abran algunos espacios para la oposición, para darle una radiografía distinta a la comunidad internacional", asegura Urbaneja.
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