Latinoamérica es el nuevo epicentro de la pandemia de coronavirus, lo que ha provocado que expertos y autoridades expresen preocupación ante el rápido aumento de casos. El COVID-19 ha afectado plenamente a la crisis regional de los migrantes y refugiados venezolanos.
¿Qué supone la pandemia para los refugiados y migrantes venezolanos?
Uno de los principales retos a los que se han tenido que enfrentar ha sido la pérdida de empleo: los trabajos informales que tenían, prácticamente, han desaparecido debido a la cuarentena de cada país. “El 80% de ellos estaban trabajando sin un contrato y dependiendo de trabajo informal en la calle. Con la pandemia este trabajo se termina, muchos de ellos se han encontrado sin poder pagar el alquiler y sin casa, por lo que han sido desalojados” explica Olga Sarrado, portavoz de Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para la situación de Venezuela a Venezuela 360 de la Voz de América.
Según Sarrado, el acceso a servicios y programas de salud resulta inalcanzable para los refugiados y migrantes que no han regularizado su situación en el país de acogida. La vocera comenta que ACNUR está trabajando “muy de la mano” con los gobiernos de la región para complementar las respuestas de estos últimos: “Estamos ampliando los espacios en los hospitales, en la zona donde hay refugiados y migrantes venezolanos, creando nuevas zonas de aislamiento para aquellos casos sospechosos o confirmados de COVID-19”.
Otro obstáculo que se presenta en la compleja coyuntura en la que se encuentran los refugiados y migrantes que están en la zona austral del continente es el invierno. Esta población no suele estar acostumbrada a las bajas temperaturas ni tiene los medios para protegerse adecuadamente del frío. La portavoz destaca que se trata de “un reto adicional” para la organización, ya que “pueden surgir enfermedades respiratorias que vienen ligadas al invierno”. Comenta que se está llevando a cabo una distribución de insumos, como mantas o sopas , en algunas localidades donde el frío llega antes, como Chile o Perú.
Además, Sarrado sostiene que la pandemia en Latinoamérica llegó acompañada de la estigmatización y el aumento de la ya existente xenofobia hacia los refugiados y migrantes.
Los retornados
El departamento de Migración de Colombia indicó recientemente que más de 76,000 refugiados y migrantes venezolanos han regresado de manera voluntaria a su país desde el pasado mes de marzo, cuando se cerraron las fronteras debido a la propagación del coronavirus. La entidad indica que, por primera vez en 5 años, se ha reducido el ingreso de migrantes en el país. Sin embargo, para evitar el contagio de coronavirus, muchos estados, entre los que se incluye Venezuela, han cerrado las fronteras, por lo que los venezolanos desplazados se encuentran varados y se enfrentan a un elevado riesgo de salud.
Como consecuencia de este bloqueo, algunas personas decidien cruzar por pasos irregulares, como las llamadas “trochas”. Sarrado advierte que corren el riesgo “de quedar desamparadas, en redes de trata, explotación o abuso”.
¿Y la comunidad internacional?
Las autoridades han señalado que, en el marco de la pandemia de COVID-19, los países de acogida no pueden hacer frente por sí solos a los gastos de asistencia de los migrantes y refugiados venezolanos. Para dar apoyo económico a estas naciones, la comunidad internacional recaudó recientemente más de 2,700 millones de euros en una conferencia internacional de donantes.“Uno de los puntos positivos de esta situación es que los gobiernos de la región han mostrado una gran solidaridad al acoger a los migrantes y refugiados de Venezuela, pero no pueden solos y más con una emergencia sanitaria que está afectando a sus poblaciones” explica la vocera. Además, insiste en “la importancia de la continuidad del apoyo ofrecido por la comunidad internacional a los refugiados, migrantes y gobiernos de acogida”.
En el pasado el presidente en disputa Nicolás Maduro ha criticado fuertemente a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados.