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¿En qué consiste “la fase pendular” de las negociaciones en Venezuela?


Una partidaria del líder opositor venezolana Juan Guaidó, fija una bandera durante un mitin contra el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro en Caracas. Abril 6, 2019.
Una partidaria del líder opositor venezolana Juan Guaidó, fija una bandera durante un mitin contra el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro en Caracas. Abril 6, 2019.

Delegados del Reino de Noruega facilitan la definición de dónde, cómo y de qué se dialogará en el proceso de negociaciones entre Maduro y su oposición. México gana enteros como potencial sede de las conversaciones formales.

El gobierno de Nicolás Maduro y la oposición que encabeza Juan Guaidó definen en estas horas las condiciones de un proceso de negociaciones en Venezuela que podría derivar en acuerdos tales como un cronograma electoral amplio y el levantamiento de sanciones económicas.

Maduro confirmó la presencia en Venezuela desde la semana pasada de una delegación del Reino de Noruega, que en 2019 facilitó un proceso de conversaciones que finalmente no lograron pactos entre las partes.

El presidente venezolano se refirió a esas diligencias como un “enlace pendular” y su principal rival de la oposición, Juan Guaidó, reconocido por decenas de países como presidente interino, también le llamó “fase pendular”. Pero, ¿en qué consiste esta etapa del proceso de negociaciones políticas en el país?

Se trata de un momento del diálogo donde los facilitadores, como Noruega, conversan con cada una de las partes para hallar una fórmula consensuada de “modo, tiempo y lugar” del proceso, es decir, pasa por concretar cómo, cuándo y dónde se discutirá formalmente una agenda política que zanjaría la crisis política en Venezuela, explica Giorgio Cellini, abogado de la Universidad Católica Andrés Bello y analista de asuntos de política exterior.

“La fase pendular es la definición de las condiciones para que se pueda dar el proceso de diálogo. Básicamente, son las conversaciones preliminares”, indica.

Cellini, exasesor de la Comisión de Política Exterior del Parlamento de 2015, de mayoría opositora, precisa en entrevista con la Voz de América que esa etapa también involucra la definición de los actores involucrados en el diálogo, es decir, quiénes serán los delegados de Maduro y de Guaidó.

En particular, se perfila dónde se llevarían a cabo esas negociaciones. Guaidó adelantó que México y Noruega podrían ser la sede de las conversaciones.

Cellini destaca que parece haber consenso en la fase preliminar en cuanto a México como nicho del diálogo debido a la buena reputación de su diplomacia, sin importar la inclinación del presidente de izquierda Andrés López Obrador.

“A pesar de que el gobierno mexicano tiene una ideología afín al gobierno venezolano, la verdad es que la diplomacia mexicana es bastante estándar y equilibrada. La oposición tiene comunicación fluida y permanente con México, que tiene una tradición diplomática muy fuerte y estable”, señala.

Fase de "cierta lentitud"

El politólogo Ricardo Ríos, presidente de la firma Poder y Estrategia, reivindica la fase pendular de un proceso de diálogo con semejante “polarización y crispación” entre las partes involucradas, como el venezolano.

Ríos expone que el momento pendular de las negociaciones políticas involucra “cierta lentitud”, ya que no existe una discusión directa y abierta entre los decisores, sino más bien entre los emisarios. El “péndulo” de los facilitadores se detiene cuando hay un encuentro o en “un punto muerto” de la fase inicial, dice.

“Una de las complejidades del proceso venezolano es que Guaidó y Maduro son unas de las partes visibles, pero cada uno tiene detrás una serie de presiones y negociaciones que hacen que realmente no sea una negociación entre dos, sino que cada uno se fragmenta y eso requiere una negociación a lo interno de cada uno de los grupos”, advierte en conversación con la VOA.

Maduro, asegura, consulta las condiciones con los varios grupos que tienen “diferencias” dentro del mismo chavismo, con oficiales de la Fuerza Armada y con Cuba, su principal asesor político en el campo internacional, asegura Ríos.

Guaidó, por su parte, es una figura con “peso simbólico” en la oposición cuya robustez mermó al culminar oficialmente el período constitucional de la Asamblea Nacional electa en 2015, puntualiza el analista.

“Es una figura ‘paraguas’ del diálogo, pero no es un factor de fuerza. No tiene respaldo en cuanto al ejercicio del poder como tal. Sin embargo, es la figura a través del cual se manifiestan las alianzas internacionales de un grupo”, apunta.

Estados Unidos es su principal valedor desde 2019. James Story, embajador estadounidense en Venezuela, expresó hace dos semanas que Washington respalda el diálogo que impulsa Noruega para “redemocratizar” al país.

Un punto de desencuentro reciente en el caso venezolano es la modalidad. Maduro propone un diálogo televisado, mientras Guaidó se resiste a una “diplomacia de micrófonos”. Ríos explica que hay tres alternativas: “un diálogo show”, público; otro más privado, como el ocurrido en 2017 en República Dominicana; y un tercero, el más temido, donde hay un punto muerto y las comunicaciones se rompen temporal o definitivamente.

“Son tres posiciones puras, pero puede haber una mezcla entre ellas. Puede haber un primer diálogo show que después derive en unos diálogos no públicos, secretos, que son comunes en este tipo de situaciones”, comenta.

Punto clave: la agenda

Cellini, por su lado, remarca que se definirá la agenda a discutir en las negociaciones una vez que se definan el espacio, tiempo y lugar del diálogo.

Las principales exigencias de Guaidó son la concreción de un cronograma electoral “limpio y transparente”, que incluya presidenciales y parlamentarias, y la priorización de la ayuda humanitaria en Venezuela.

Maduro ha demandado pública y reiteradamente que las negociaciones supongan la discusión sobre el retiro de las sanciones internacionales, el reconocimiento de los poderes públicos que presidente y la devolución de cuentas y activos del Estado venezolano congelados en el extranjero.

Cellini destaca que cada bloque político lleva a la fase pendular “elementos maximalistas” entre sus peticiones, conscientes de que tendrán que ceder.

“Son posiciones antagónicas que parecen que son irreconciliables, pero justamente el diálogo y la negociación están para llegar a un punto medio. Una negociación no implica renunciar a valores, principios e incluso a ideales, pero hay que ir con la convicción de que se va a tener que ceder”, manifiesta.

Maduro y sus opositores están actualmente en el epicentro de las definiciones de “las reglas del juego”, dice. “Se definen las disposiciones que tienen que ser respetadas: los límites, los garantes, los modos. Se pasa luego a la carpintería, que es el trabajo más complejo, el que busca llegar a acuerdos”, concluye.

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