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Estrategia de Biden para Venezuela: revisión de sanciones y multilateralidad


El presidente electo Joe Biden en una conferencia de prensa en la sede de transición en Wilmington, Delaware. Foto: Reuters.
El presidente electo Joe Biden en una conferencia de prensa en la sede de transición en Wilmington, Delaware. Foto: Reuters.

Analistas anticipan que la administración Biden reforzará su coordinación con el Grupo de Lima y la Unión Europea para lograr la “democratización” en Venezuela. La unidad opositora será clave en la estrategia del nuevo presidente.

¿Reconocer o no a Juan Guaidó como presidente? ¿Negociar con Nicolás Maduro? ¿Enfocarse en aliviar el aprieto humanitario? La administración del entrante presidente estadounidense Joseph Biden tiene ante sí el desafío de definir cómo deberá afrontar la agravada crisis política de Venezuela, un país clave en su estrategia para la región.

Biden sucede a partir de este 20 de enero al republicano Donald Trump, quien se convirtió en el principal baluarte de la oposición venezolana, especialmente después de enero de 2019, con apoyos retóricos, estratégicos y de acciones que involucraron a diversas agencias de la política pública estadounidense.

El líder demócrata, de 78 años, exvicepresidente de Estados Unidos entre 2008 y 2016, hereda en su agenda de política exterior a una Venezuela sumida en una profunda crisis institucional, dividida por los enfrentamientos de una oposición que reclama el poder y un gobierno, -que lidera Nicolás Maduro-, que lo ejerce de facto.

Y, como contexto, la pulverización del poder adquisitivo de los venezolanos y una inflación galopante -el Fondo Monetario Internacional prevé que sea de 6.500 puntos este año- agravan las urgencias de 30 millones de venezolanos que apenas pueden cubrir necesidades básicas, como la alimentación, la salud y servicios públicos.

Analistas consultados por la Voz de América opinan que el nuevo presidente de Estados Unidos afrontará el reto de ayudar a Venezuela con una estrategia “multilateral”, aunque advierten que será un plan a largo plazo, en ningún caso urgente ni superior a los asuntos internos que debe encarar en Estados Unidos.

Expertos en la diplomacia estadounidense estiman que el líder demócrata impulsará desde la Casa Blanca esfuerzos conjuntos con sus aliados americanos y europeos, y revisará -mas no suspenderá del todo- las sanciones económicas contra el oficialismo para negociar una solución electoral para Venezuela.

“Biden comienza su término sin un ambiente de concordia o de paz, como generalmente comienzan las presidencias. Va a comenzar su término con un impeachment (juicio político a Trump), con el Senado dedicado a la pandemia, a la aprobación de su gabinete. La atención va a estar en otro sitio”, evalúa María Puerta Riera, politóloga de la Universidad de Carabobo, dedicada al análisis político sobre temas de Venezuela, Estados Unidos y América Latina.

La profesora universitaria prevé que Biden “se apoye” en el Grupo de Lima y la Unión Europea para hallar una solución consensuada a la crisis venezolana.

“Es clave que las iniciativas sean multilaterales. Estados Unidos no llevará la bandera. Va a acompañar, va a ser parte de un esfuerzo multilateral. Va a ser la gran diferencia con respecto a la administración Trump”, observa.

Revisión de sanciones

Es previsible que la administración Biden “mejore la coordinación” con sus aliados ante la crisis venezolana, pero esos ajustes de la política exterior estadounidense, si bien “necesarios”, no se palparán de forma expedita, advierte Félix Arellano, experto en relaciones internacionales.

“Hay una fase de instalación de las autoridades, de nombramientos, de ratificaciones en el Congreso. El tema venezolano involucra diversas agencias, como el Departamentos de Estado, el Tesoro, de Justicia, el Consejo de Seguridad Nacional, el Congreso, Pentágono”, expresa a la VOA.

Esos cambios de política probablemente incluirán la revisión de las sanciones económicas que la Casa Blanca ha impuesto desde 2015 al gobierno en disputa de Maduro, con repercusiones particulares en los sectores energético y financiero, explica.

Arellano cree que las sanciones serán debatidas en una mesa de negociación que involucrará irremediablemente al oficialismo, su oposición, países aliados de Estados Unidos, y los gobiernos de Rusia, Cuba y China.

“Si la sanción se convierte en un fin en sí mismo, no tiene sentido. Si las sanciones no gozan de apoyo sustantivo, se evaden con facilidad. Si son de muy largo tiempo, también pierden efectividad. Hay sanciones muy delicadas, que ponen en dificultades, incluso, a agencias de instituciones humanitarias”, acota.

“En la medida de que se den aperturas en las sanciones, debería Miraflores ir realizando concesiones hacia la salida pacífica y democrática”, considera Arellano, quien aconseja la inclusión de una “cláusula gatillo” en los debates con el oficialismo para revertir rápidamente todo acuerdo si este lo incumple.

Puerta Riera, por su parte, opina que a Biden le será “muy difícil” desmontar algunas sanciones de la administración Trump por involucrar “una estructura compleja”, con impacto en los sistemas bancarios de otros países.

Joe Biden y su estrategia hacia Venezuela
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Edmundo González Urrutia, dipolmático venezolano y especialista en relaciones internacionales, da por sentado que Biden mantendrá las sanciones individuales a funcionarios del oficialismo que impuso Trump.

“Donde sí puede haber un juego, que será parte de una negociación, es en las sanciones más amplias, en sectores como la energía”, comenta en entrevista con la Voz de América. Juzga que el propósito final de esas conversaciones será un proceso de “democratización” de Venezuela mediante elecciones.

Puerta Riera reduce de antemano el nivel de conmoción que causaría un futuro pacto político con el oficialismo entre sectores de la oposición.

“El entendimiento con Maduro va a ocurrir inevitablemente. Los gobiernos como el de Maduro siempre tienen un canal de comunicación. Claro, no es que Biden va a recibir en la Casa Blanca. Eso no va a pasar”, apunta.

Abierto al diálogo

El concurso y la opinión de la oposición venezolana son fundamentales en ese propósito electoral. Arellano no ve a Biden “amarrado” a la idea de conversar con un solo vocero de las fuerzas democráticas del país, a pesar de su convicción de que Guaidó es “el único líder” capaz de representarlas en la actual coyuntura.

“La nueva administración está abierta a dialogar y trabajar con la oposición venezolana y no con liderazgos ni personalismos”, manifiesta.

Entiende que la división de la oposición es “el punto más débil” de la agenda estadounidense hacia Venezuela y advierte que mayores fisuras minarían su “carácter de interlocutor” ante la comunidad internacional.

Estados Unidos podría perder o ganar interés en el tema venezolano según se unifique o no la estrategia de la oposición al gobierno en disputa, a juicio de Puerta Riera.

“Si Biden ve que hay una oposición seria, firme, coherente, que tiene claros sus objetivos, entonces va a prestar atención a esa oposición”, asegura.

El embajador González Urrutia remarca la importancia de que el reconocimiento de Estados Unidos a Guaidó y a la continuidad del Parlamento venezolano electo en 2015 prevalezca durante la gestión de Biden.

El gobierno de Estados Unidos no tiene relación diplomática con el de Maduro desde 2019. En cambio, aceptó en Washington al delegado de Guaidó como el embajador oficial de Venezuela, a razón del desconocimiento del poder ejecutivo de Maduro y de su apoyo al gobierno interino del dirigente opositor.

El Departamento de Estado trasladó su embajada de Caracas a Bogotá y James Story, hasta entonces encargado de negocios, recibió a finales del año pasado su confirmación en el Senado como embajador de Estados Unidos ante Venezuela.

La oposición afirma hoy que la Asamblea Nacional legítima es la votada hace seis años, argumentando que la instalada a principios de este mes, de mayoría chavista, fue escogida en unas elecciones que tacha de fraudulentas.

Esa diatriba ha generado dudas sobre si el gobierno de Biden y la Unión Europea mantendrán su reconocimiento de Guaidó como presidente legítimo.

Maduro se ha mostrado proclive a un diálogo con Biden para lograr una “agenda constructiva” y deseó, además, que se acaben lo que calificó como “políticas nocivas” del presidente saliente de Estados Unidos.

Guaidó declaró recientemente a la VOA que aspira a tener “las mejores relaciones” con Biden y, asimismo, que confía en hallar “alternativas” para lograr la reconstrucción de la democracia en Venezuela con su respaldo, el de las “instituciones” estadounidenses y del resto del continente.

El embajador González Urrutia tiene claro hacia dónde debe apuntar Biden: “la continuidad (de Guaidó y el Parlamento de 2015) debe permanecer. Va a ser herramienta clave para la negociación con el gobierno de Nicolás Maduro”.

[La periodista Adriana Núñez Rabascall colaboró con este reportaje desde Caracas, Venezuela]

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